jueves, 4 de junio de 2009

Archivo 013 El Pueblo

Samantha Ribbs viajaba por una vieja carretera que conectaba a Capital city con Red village, aunque según ella siempre era de ser precavida, la realidad de las cosas era otra. Nunca llevaba la mirada fija al frente y siempre daba vuelta desde el segundo o tercer carril, siempre había algo que la distrajera así fuese una canción en el radio o simplemente una prenda cara en algún aparador, incluso no usaba nunca el cinturón de seguridad, ya que regularmente no combinaba con los colores de su ropa.

La moderación de la velocidad al conducir no era su fuerte, así que estando en “una calle enormemente grande” (así le llamaba ella a la carretera) ¿Quien debía preocuparse por chocar o rebasar el limite de velocidad? En el radio sonaba “still living you” y ella cerraba los ojos para cantar a tono con scorpions. La carretera en cierta parte era desértica, el sol picaba hasta los huesos y la vegetación se limitaba a algunos arbustos secos, nopales y palmeras. Samantha estaba tan enfocada en alcanzar un “do” de la canción que no se percato que en sentido contrario venia un trailer zigzagueando descontroladamente. Abrió los ojos solo para tragarse la saliva del susto y reaccionar de al peligro. Giro el volante y el auto inclino todo su peso sobre la llanta derecha del automóvil, brincando un pequeño montón de arena y haciendo con esto que el coche diera algunas piruetas en el aire para después caer con el techo y seguir su curso por el mismo impulso. El viento y la arena levantada formaron una nube densa de polvo.

Samantha despertó y su mente luchaba por saber que había pasado, mientras se tocaba la cabeza y sentía humedad en su mano. Había un olor extraño entre tierra y algo que se quemaba. De pronto las imágenes se vinieron a su mente como si lo viviera nuevamente, se asusto e intento salir del coche, que para suerte suya había quedado con las llantas besando el suelo. Movió el brazo para jalar la manivela y un doloroso calambre le arrebato la fuerza. Era su brazo, estaba en muy mal estado. Como pudo abrió la puerta y salio del coche. Desorientada, tambaleante por las heridas y contusiones, camino algunos metros, para luego caer sobre la caliente arena. Soltó un grito de desesperación y algunas lágrimas rodaron por sus sonrojadas mejillas. Después de varios intentos y caídas dolorosas, logro llegar hasta la carretera, el coche ahora se veía muy lejano, incluso solo sabia donde estaba por las largas señales de humo que arrojaba al cielo. Miro con asombro la carretera, el trailer estaba ahí, acostado sobre la asfalto. Samantha había perdido mucha sangre y la adrenalina que su cuerpo había soltado con el accidente comenzaba a perder fuerza al mismo tiempo que su cuerpo se debilitaba, esta vez el mareo la izo caer de espalda y la dejo inconciente.

Estando semiconsciente y tirada en el piso, el sol le golpeaba a la cara y el asfalto le quemaba la piel. Entreabrió los ojos, una silueta se acerco y la tomo por la cabeza, la agarro de la cintura y sintió como la levanto, la puso sobre algo acolchonado y escucho como se encendió un motor. Una voz masculina le dijo, “Todo estará bien preciosa”

Al poco tiempo despertó, se encontraba en una habitación muy rustica y una mujer le ponía un trapo húmedo en la frente. –No te muevas mucho muñequita, tu brazo no esta muy bien que digamos.- En ese momento, escucho un grito muy fuerte. La mujer voltio hacia la puerta. –Espérame muñeca, tengo algo que hacer- La mujer se levanto de la silla y abrió la puerta, se quedo parada en el marco y regreso la mirada hacia la cama. La misma voz de la carretera se encontraba tras la puerta y dijo “vamos, nos están esperando.” La mujer cerró la puerta y Samantha callo de nuevo en un profundo sueño.

Habían pasado ya dos días, y samantha había estado despertando ocasionalmente, algunas de las cuales se debían al dolor del brazo y algunas otras por la sed que la fiebre le ocasionaba. La mujer siempre estaba ahí, observándola, cuidándola. Era una mujer de edad avanzada, de algunos setenta, tal vez sesenta años. Lucia un vestido tapizado con tulipanes y siempre tenia en la cara esa horrible sonrisa. Una noche, cerca del quinto día, Samantha despertó, la mujer no estaba ahí y de nuevo un grito de angustia se escucho afuera de la habitación, como pudo Samantha se levanto y camino desorientadamente, hasta que logro llegar a la ventana, lo primero que vio fue una multitud y en ella a la mujer que la había estado cuidando. Con ella se encontraba un hombre, algo encorvado pero fuerte, (por lo robusto tal vez). La multitud se veía embravecida y había fuego en el centro, aun se oían gritos, parecido al que la había despertado, pero no estaba tan cerca como ella lo había escuchado. De pronto en el techo, se escuchó un fuerte golpe. Samantha se asusto, pero salio de la habitación, se encontraba en una cabaña no muy grande, pero si tenía un ático, en el cual había algo, algo que se movía constantemente. Samantha vio el cordón colgando, sabia que si lo jalaba la puertecilla se abriría y tal vez lo que estuviera arriba no seria muy amigable. La multitud empezó a gritar y después de un rato se escuchaba que entonaban un cántico fúnebre. –Ayúdenme- Dijo una voz en el ático. Samantha se sorprendió y rápido jalo del cordón aquel. Cayó una pequeña escalerilla y a los pocos segundo salio una joven. Ella miro a Samantha. –Tenemos que irnos de aquí!, pero ya!, corre ahora que están distraídos- Samantha se desconcertó, no sabia a que se refería aquella joven y mucho menos sabia quien era. –Tranquila, que pasa contigo!?- La mujer miro a samantha y se soltó a llorar.-Cuando llevas aquí!?, ni siquiera lo sabes!, hay que irnos de aquí, esta gente esta demente!- Dijo la mujer mientras buscaba la forma de abrir la puerta principal. –Escuchas!?, escuchas!?, eso es un sacrificio!, la gente de aquí a eso se dedica, provocan accidentes en la carretera y después recogen a la gente joven, la traen aquí y la sacrifican, no se por que o para que, pero lo que si se es que no te gustaría haber visto lo que yo he visto!, esta gente esta enferma!- Samantha no podía creer lo aturdida que parecía aquella mujer, trastornada, loca, inestable. Solo podía observarla intentado abrir aquella puerta que parecía estar cerrada por fuera y no por dentro. –Mira amiga, yo creo que deberías calmarte, no creo una sola palabra de lo que dices, pero entiendo tu desesperación por salir de aquí, así que si no puedes abrir esa puerta, pues en la habitación donde yo estaba hay una ventana, tal vez puedas salir por ahí.- La mujer se quedo quieta. –ventana?- la mujer se dio la vuelta corrió a la habitación empujando a Samantha. De nuevo escucho el forcejeo, para cuando Samantha llego a la puerta de la habitación solo vio la silla volando directo a la ventana, los cristales volaron por todas partes.- Ven sígueme, yo te sacare de aquí.- Samantha no sabia que hacer, no sabia si era pura paranoia o realmente hacían cosas raras en aquel lugar, pero lo que fuera, ella no se quedaría para comprobarlo. La mujer, que dijo llamarse Ryana salio primero y luego la ayudo a salir.

La gente estaba embravecida y se veía de entre el tumulto una flama inmensa, el fulgor rodeaba unos palos grandes donde samantha veía movimiento, tal vez había gente amarrada ahí. Ambas salieron rodeando la casa, donde se encontraba una vieja camioneta, Samantha supuso que lo acolchonado había sido el asiento de aquella camioneta. –No espera, vamos a echar un vistazo ahí, tal vez la suerte este de nuestro lado y las llaves sigan pegadas en la marcha- Dijo samantha. La mujer la observo y ambas se encaminaron a ella. –Yo no se manejar muy bien, y tu estas lesionada, pero hagamos el intento- Ambas subieron a la camioneta, pero no estaban las llaves. La guantera, tal vez ahí estén. Pero nada. La mujer miro a Samantha. –Creo que regresare dentro de la casa, la llaves deben estar colgadas en la puerta, pero esta vez entrare por el frente, espérame aquí, no creo tardar.- La mujer descendió de la camioneta y corrió hasta el pórtico, se agacho a buscar algo y luego logro abrir la puerta, a los pocos segundos salio corriendo.. –Las tengo, las tengo!- Grito. De pronto un perro negro salio de la nada, al parecer era un doberman y comenzó a ladrar muy fuerte, La mujer corrió y por casi nada alcanzo a subir a la camioneta, el perro ladraba con toda su fuerza, y samantha sentía que le daban un infarto de la impresión. La mujer aunque exaltada, coordino sus sentidos y encendió la camioneta, acelero tan fuerte que levanto arena. –Demonios!- Grito la mujer. – Ya no cantan!, ya no cantan!, el perro debe haberlos advertido!- La mujer viro la camioneta en sentido a un maizal y se adentro en el. Apago las luces de la camioneta y así siguió por un rato. De pronto algo las golpeo.

Samantha reacciono, el golpe había sido del lado del conductor y la mujer estaba inconciente. –Reacciona!, reacciona Ryana!- La mujer dio un suspiro y despertó rápidamente. –Maldita sea nos descubrieron- Las luces de un camión estaba aluzándolas, había quedado a no mucha distancia. Ryana dio vuelta a la llave y la camioneta no encendía. Samantha no lo pensó dos veces, salio corriendo y Ryana tras ella. –Corre, corre y no te detengas- Le gritaba la mujer. En ese momento se tropezó. –Corre no te detengas.- Samantha volteo a mirarla solo para ver como dos hombres la levantaban y le enterraban un cuchillo en el abdomen. Samantha corrió.

A los pocos minutos encontró un árbol, y en el se refugio. Pero no se había dado cuenta que uno de los hombres la había estado siguiendo. La tomo por sorpresa, golpeándola en la cabeza.

El movimiento y el ruido de la multitud y unas ruedas rechinantes despertaron a Samantha. La gente gritaba!- Quémenla, quémenla!, entréguenla a los dioses, ellos quieren sangre fresca!- Samantha reacciono. – No por favor!, yo que les he hecho!?- Por favor!- Samantha paso frente a otros cuerpos, o lo que alguna vez fueron cuerpos, estaban calcinados, amontonados a un costado de donde tenían los crucifijos, algunos se encontraban con un respiro de vida sufriendo de las quemaduras, otros ya estaban por completo muertos. Entre la multitud se encontraba la mujer con el vestido de tulipanes, y se acerco. –No te preocupes hija, todo va a estar bien, piensa en que nos harás un bien a todos, y no solo ante los dioses, aquí también, tu cuerpo calcinado servirá para muchas cosas, como ingrediente secreto para la cerveza que vendemos a Capital City o para abonar nuestras plantas, y en el mejor de los casos para alimentarnos.- La mujer lucia esa sonrisa macabra.- Por favor, señora!, déjeme salir, yo no he hecho nada malo, si quiere dinero yo lo tengo! La daré todo lo que necesite!.- La mujer la pellizco una mejilla. –No hija tu dinero no sirve aquí-
En ese momento abrieron la jaula en la que la trasportaban, fue recibida con pierdas y palos, la golpearon hasta dejarla casi moribunda, la amarraron al mástil y la levantaron ante las llamas. Samantha gritaba desesperada y entre llantos y gritos vio entre la multitud a Ryana. Estaba sana y sonriéndole.

En enero del 2005, las autoridades de Capital City buscaban a Samantha Ribbs, Modelo de muchas revistas y magazines, el 28 de febrero, fue localizado el coche en el que ella se trasportaba a mitad de la carretera, todo indicaba que había chocado con un automóvil pequeño, pero no se encontró cuerpos en ninguno de los coches. La búsqueda de Samantha siguió hasta que las autoridades dieron con un pueblo cercano a aquella carretera. Donde una mujer de nombre Ryana Manchester dijo que recordaba haberla visto pasar por ahí. El cuerpo nunca fue hallado.

Orlando G.

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