jueves, 4 de junio de 2009

Archivo 012 El Circo Del Señor Cabeza

El clima se sentía fresco, a lo lejos se lograban escuchar pájaros trinando. El ambiente olía como a tierra con aserrín. Fausto Watson abrió los ojos, se encontraba boca abajo.

Se levanto y se sacudió la ropa -la tierra le había dejado su huella- y comenzó a explorar el lugar. Para donde miraba todo lucía completamente igual. De cierta manera, se sentía un aire de soledad. El lugar era enorme, parecía una carpa de circo roja y muy alta. Camino a una de las orillas y observo las butacas, se veían muy viejas y deterioradas, algunas de ellas se notaban hasta podridas. En ese momento se encendió un reflector en medio de la plaza. Música de payasos comenzó a escucharse en aquel desolado lugar. De pronto un golpeteo firme y hostigante se encaminaba al centro de la carpa. Era una pelota, amarilla con una franja azul y una estrella roja en el centro. Se detuvo completamente y la música cada vez se escuchaba más fuerte. La pelota comenzó a rebotar como si alguien la estuviese moviendo, cada vez rebotaba más y más fuerte, hasta que al fin exploto y lanzo al aire una nube de brillos, humo y serpentinas. Al disiparse el humo un payaso muy extraño apareció de la nada justo donde había estado la pelota y dándole la espalda a Fausto.

Si!-grito el payaso-He vuelto a la vida.
Fausto lo miraba angustiado y desconcertado, pensando que todo era un sueño.
Pero que es esto?. Aquí huele a humano.
La pregunta y su respuesta le habían puesto la piel de gallina a Fausto. Pero aun así se armo de valor.
Quien eres tú? Y donde estoy?

El payaso hundió la cabeza entre los hombros y lentamente la giro para mirar en dirección a Fausto.
Quien ha dicho eso?

Fausto no sabia si contestar. La cara del payaso se veía oscurecida por su propia forma, pero sus ojos brillaban azul neon y su sonrisa-que a Fausto se le antojaba algo demoníaca- se veía amarillosa y sangrante. El payaso giro su cuerpo sin siquiera mover la cabeza de lugar. Se paraba encorvado y lucia un traje rojo con estampado de círculos amarillos. De la nada saco lo que parecía ser una pequeña pelota roja y blanca, la movía de un lado a otro.

Sal de donde quiera que estés infeliz.
Fausto se armo de valor y dio dos pasos. El payaso sonrió.
A menos que quieras jugar a las escondidillas?. Pero te lo advierto. Si te encuentro serás mío y tendré el placer de matarte a mi gusto.
El escalofrió recorrió de nuevo la piel de Fausto. Se había quedado completamente congelado, no movió ni un solo centímetro de su cuerpo. El payaso soltó una carcajada muy diabólica. Levanto la cabeza y la luz del reflector dejo ver su piel áspera pintada con colores demacrados, secos. Sus dientes largos, filosos y amarillos. Sus encías rojizas, como ensangrentadas, pero lo que mas le impacto a Fausto, fue ver sus ojos, amarillos con la pupila azul brillante llenos de venas rojas y sombreados color negro.

Fausto comenzó a retroceder poco a poco. Las piernas le temblaban demasiado, sabia que si daba un paso en falso se caería. Otro reflector se encendió, dando la luz de lleno a la cabeza de Fausto. Fausto se congelo de nuevo casi o más que la primera vez que vio al payaso. El payaso por su parte le miraba y sonreía, con esa sonrisa infernal que ahora le caracterizaba.

Se abalanzo sobre Fausto, mientras que el solo se dejo caer al suelo y se tapo el rostro con las manos empuñadas. El payaso cayo sobre el y le acerco la cara a Fausto.
Los dientes filosos no cesaban de aparecer en la escena, babeantes y amarillosos. Abrió la boca y salió su lengua, larga, filosa y negra y le lamió la sien derecha a Fausto.

Te dije lo que pasaría si te encontraba.
Los ojos del payaso ahora brillaban rojo carmesí. Fausto temblaba de miedo y no podía creer lo que miraba.

Alguna petición antes de morir? -dijo el payaso en un tono un poco burlón-
Solo dime donde estoy y como diablos llegue aquí.
A no lo sabes?

El payaso se le quito de encima y dio dos pasos hacia atrás.

Disfruta el viaje. -Dijo el payaso-

Fausto sintió como algo le sujeto por las muñecas y los tobillos. Aparentemente una tabla había surgido de entre la tierra y el aserrín del piso. Le sujetaban algo que asemejaba ser lombrices negras y largas. Le ataban fuertemente, casi hasta el punto en que sus manos se comenzaban a poner moradas.

La tabla se levanto y floto sobre el piso. El payaso se postro frente a el.

Nos vemos al final de tu camino. Fausto.-Soltando esta típica carcajada de película de suspenso. Pensó Fausto-

La tabla erguida completamente, avanzo y llego hasta lo que parecían unas jaulas. Dobladas y algunas de ellas con signos de que lo que contenían se había escapado y que de alguna manera rompieron los barrotes.

Conforme avanzaba a velocidad lenta por aquella carpa y frente a esas jaulas, Fausto se preguntaba que diablos pasaba. Mientras tanto una jaula brincaba de un lado a otro, se agitaba, demostrando claramente que aun estaba llena. La tabla se detuvo repentinamente y la jaula dejo de moverse, de pronto una mano salio por entre los barrotes, era la mano de lo que a primera instancia Fausto pensó que era un chimpancé o algo similar. La mano intentaba tocarle, pero de pronto regreso a la penumbra de la jaula. Las manos del animal tomaron los barrotes y los doblaron con tal fuerza que dejaron ser libre a lo que contenía adentro.

Empezó saliendo poco a poco. Lo que Fausto vio no era para nada un simio o un chimpancé o algo que se le asemejase, sino mas bien una clase de experimento de un enfermo doctor psicópata de película vieja.

Su cabeza era de un reptil, como el de una salamandra, sus brazos eran de un mono y el torso estaba compuesto de diferentes pieles y colores, a tal grado que era aformico, solo se sabia que ese era el torso ya que era a donde estaban unida la cabeza, los brazos y las extrañas patas que parecían ser las patas traseras de un perro, además de esa cola de caballo que lucia contoneantemente.

Fausto no entendía lo que habían hecho con ese animal, o animales, o lo que quiera que hubiesen hecho con eso. El animal abrió de pronto la boca y saco una lengua ensangrentada y babeante. Las manos del animal mostraron unas uñas filosas y desgarradoras. De pronto la tabla se movió de nuevo y el fenómeno aquel solo alcanzo a dar un salto y alcanzar a rozarle el rostro a Fausto.

Mientras la tabla se movía, Fausto comenzó a percibir un olor a podrido, fétido y totalmente desagradable, la tabla comenzó a bajar la velocidad y llego hasta un lugar iluminado con una luz verde. Ahí había algo que parecía una masa enorme cubierta con un mantel de flores. Fausto lo miraba y no comprendía que era lo que la tabla quería que mirara ahí. De pronto la masa comenzó a moverse, revelando detrás del bulto aquel un rostro, enorme y feo, pálido y desgastado. Los labios de lo que parecía ser un hombre, se veían sucios de mugre y residuos de comida, morados y reventados, los ojos del mismo se veían perdidos y muy hundidos, negros y rojos a la vez. No había un solo cabello sobre aquella cabeza además de dejar oír un sonido de un difícil respirar.

Rápido entendió Fausto que aquella masa era el cuerpo del hombre gordo, comprendió también que en su mayoría el olor de aquel lugar era por la suciedad del cuerpo inmenso y de las enormes defecaciones-o al menos pensó que eso eran- que se encontraban bajo la manta de flores. Pero no lograba entender el olor a podrido.

La tabla comenzó a girar entorno del inmenso cuerpo aquel. Fausto sintió un escalofrió cuando pudo ver aclarada su duda con respecto a ese olor a putrefacción. Había frente a sus ojos y a manos del inmenso hombre gordo un cuerpo humano partido por la mitad, y el hombre gordo lo masticaba en pedazos y ruñia sus huesos.


Comida…-Dijo el inmenso hombre señalando con sus pequeños brazos a Fausto-
Comida, para mi….-Fausto comenzó a jalonear a la tabla-

La tabla reacciono instantáneamente y siguió avanzando hasta llegar a un lugar en donde había solamente una silla postrada frente a el. De la nada salio un hombre, común, vestía una camisa a rayas y un pantalón de vestir. Miro a Fausto y sonrió, se sentó en la silla y saco un revolver. Cargo el arma y puso el cañón en su cabeza, jalo el gatillo y volaron pedazos de cabeza por todos lados, incluso partes de sesos cayeron sobre el rostro de Fausto. El cuerpo del hombre por el impacto cayó tendido sobre el suelo y comenzó a desangarse. Fausto lo miraba y de pronto el cuerpo tuvo un espasmo, el último aliento de vida. O al menos eso pensó Fausto, hasta que el cuerpo se levanto y movió la cabeza- o lo que quedaba de ella- como queriendo acomodarse el cuello. El hombre volteo a mirar a Fausto y mostró su rostro deshecho y abierto, Su cerebro latía y a pulsadas agitadas

Por alguna extraña razón el hombre seguía vivo, hasta que algo le detuvo.
Era un extraño fenómeno de la naturaleza. Una enorme cabeza, tal vez dos o tres veces más grande que una cabeza humana ordinaria. Aunque eso no era lo realmente impactante, si no sobre lo que estaba postrada la cabeza aquella. Eran dos cuerpos escuálidos, encontrados, como pecho contra pecho. Su forma de avanzar era como la de un cangrejo en la playa.

Hola fausto. Dijo el fenómeno-
Fausto abrió los ojos tan grandes como pudo. Intento hablar un poco, pero el miedo y la sorpresa podían mas con el.
no entiendo porque te asustas.
Quien eres?
Soy “el señor cabeza” y soy el dueño de esta humilde morada.-Dijo el fenómeno en un tono un poco sarcástico.-
Y que diablos hago aquí?, que es lo que quieres de mi?
De ti? –dijo el fenómeno casi burlándose- de ti nada, hombre.
Fausto sentía un repudio hacia el hombre de la cabeza grande, al grado de desear pateársela. En ese momento la tabla apretó las muñecas y los tobillos de Fausto, lo hicieron gritar.
Pensé que eras un poco más hombre, pero veo que me equivoque. Sabía que solo lo habías hecho porque estabas desesperado.
A que te refieres? – pregunto Fausto desconcertado y adolorido.
Ha!, pero claro!. Estabas demasiado cegado por el temor de salir lastimado que no lo recuerdas.
Recordar que?.
Tu trato conmigo.
Fausto se sorprendió. Y tratando de recordar, sentía que su vida le pasaba ante sus ojos, las imágenes y recuerdos iban y venían de un lado para otro, hasta que de nuevo el hombre hablo.
Esta bien te ayudare a recordar un poco.- exclamo el fenómeno- Tu esposa se llama Julia Bernet cierto?.
Si, que le has hecho maldito?
Yo nada, creo que mas bien fuiste tu quien la perjudico.
Yo?-Fausto se sorprendió.
Si, Que no recuerdas que hace algunos días tu y ella habían ido a Capital City?

Fausto comenzó a recordar, aunque las imágenes eran muy vagas, recordaba que cuando venían de regreso por la carretera, un humo negro había salido de entre los árboles y se había estado postrando como neblina ante sus ojos. Recordaba que el y Julia habían estado discutiendo por algo de bastante importancia, pero no la suficiente para recordar en este momento que era realmente. Al ver lo espeso de la neblina aquella. Decidieron mejor parar un poco a la orilla de la carretera. Siguió la discusión, ella gritaba que no debía haber hecho eso, que los metería a ambos en problemas. De pronto recordó el porque de su discusión. El había estado trabajando para un tal Lino Taenek, al cual jamás había conocido en persona, solo sabia de su existencia por uno de sus contratistas, que le había dicho que solo se le pagaría al finalizar su trabajo en la construcción de un nuevo hospital en Red Village. Al finalizar la obra, todos los obreros habían sido despedidos sin la paga prometida y se había vuelto un caos afuera de aquellas instalaciones. Todos comenzaron a dañar el trabajo que habían hecho. Con piedras y palos entraron al hospital y comenzaron a destruirlo todo, Fausto por su parte fue a su casa y tomo un arma 9 milímetros que había comprado hacia tiempo a un vago en Capital City.

Subió a su coche y se despidió de Julia. Pero Julia insistió en ir, -Tal vez con la esperanza de tranquilizarlo un poco- Los ánimos estaban muy encendidos, y fausto se encarrilo hacia la siguiente ciudad, donde sabia por murmullos de los compañeros y algunos de los cartelones que Taenek se encontraba. Solo sabía como era por algunas fotografías de estos mismos cartelones. Llego hasta donde la dirección con letras pequeñas del cartelón decía. Tomo su arma y entro a las oficinas. Para su fortuna, el hombre al que buscaba estaba en la recepción de las mismas. Fausto sin temor alguno descargo todo el cartucho y salio huyendo, subió al coche y a toda marcha regreso rumbo a Red Village.

Ese era el motivo de la discusión, pero aun no sabia que había pasado con Julia.

Quieres saber lo que hiciste?
Fausto agito la cabeza se dio cuenta que aun seguía en aquel lugar oscuro, húmedo con ese olor a putrefacción y frente al fenómeno ese.

La mataste, te cegaste tanto en tu desesperación que tomaste el arma y pensando que el cartucho se había acabado le apuntaste al pecho y jalaste el gatillo. Pero una bala había quedado y con eso le dejaste moribunda. Tu impresión fue tal, que aceleraste el coche y le rogaste a dios por algunos minutos que esto no hubiese pasado. La neblina seguía ahí, y la noche ya había caído casi por completo y Julia respiraba entrecortadamente. Después comenzaste a divagar y sin darte cuenta me ofreciste tu vida a cambio de la de ella. Y tu deseo se hizo realidad. Ella sobreviria, pero tu no. Aunque las cosas no resultaron así. Después de todo, no puedes confiar en nadie.-El hombre cabeza soltó una pequeña risa-

La carretera comenzó a aclararse y viste que algunas personas venían caminando, te asustaste y giraste el volante, pero perdiste el control estrellando el coche contra un árbol y muriendo en al instante junto con Julia.

Y que rayos hago aquí entonces?
Pagando tu propuesta, tu vida por la de ella. Ahora perteneces a este circo, mejor conocido por el limbo de la infortuna.-El fenómeno dio media vuelta y desapareció entre las sombras-
La tabla libero a Fausto, el payaso había regresado a escena y salto sobre fausto derribándolo e inmovilizándolo al instante. Comenzó a mordisquearle el estomago a Fausto, mientras reía diabólicamente y le extraía las entrañas.

Los cuerpos de Julia Bernet y Fausto Watson, fueron encontrados después de un incidente respecto a un autobús, que había ocurrido a varios kilómetros de donde estaba el coche.

Al principio se había pensado que había sido obra de lo mismo que el autobús, pero cuando encontraron la bala que tenía Julia en el pecho, supusieron que se trataba de algo más pasional. Cuando Capital City revelo la información de lo que había ocurrido, se trato de explicar de una manera más común y normal. Pero lo que lo que convirtió este caso en un Dead File, fue que según la autopsia que le practicaron a Fausto, no encontraron nada de entrañas. Solo una nota que decía: El telón se ha abierto.

Orlando G.

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