miércoles, 3 de junio de 2009

Archivo 008 Al Dormir

Daniel Gineth, se levanto la mañana fresca del domingo 16 de julio del 2005 en Red Village. Daniel se sentía cansado aunque no tenia idea del porque, sabia que la noche anterior se había acostado temprano y que prácticamente se había quedado dormido casi en segundos, pues había estado trabajando mucho durante la semana.

Al mirarse al espejo, noto en su cara lo que parecía ser una arruga de vejez, y aunque Daniel no era muy bien parecido, sabia que aquello provocaría que las mujeres se fijaran menos en el. De pronto le paso por la cabeza si estas cosas pasaban a tan baja edad ya que el apenas cumpliría sus treinta años el mes siguiente. Lo soluciono pensando que era el esfuerzo y el ritmo de vida que llevaba tan acelerado.

Daniel descanso toda la tarde, se dedico a ver televisión entre otras cosas. Se sentía repuesto de los dolores de cuerpo, sabia que aun era muy joven como para tener ese tipo de decadencias por el cansancio. Fue a la cama y se dispuso a dormir, sabia que la mañana siguiente tendría que levantarse muy temprano para poder ir a trabajar. Se recostó y se relajo por completo hasta que se quedo dormido. Alrededor de las tres y treinta de la noche, Daniel despertó exaltado y sudando, agitando los pulmones de una manera demasiado brusca. De pronto, cuando trataba de relajarse, comenzó a toser, de una manera un poco ahogada y muy rasposa. Daniel se levanto y camino descalzo hasta el baño. En definitiva sabia que esa tos no era normal, se sentía un poco extraña, por un momento pensó haberse tragado algo, pero al intentar vomitar solo sintió sus jugos gástricos haciendo lo suyo. Un poco desorientado, Daniel levanto su cara del excusado y fue al lavabo, tomo un frasco de jarabe del botiquín y le dio un trago. Espero a que hiciere un poco de efecto y se encamino de nuevo a su cama. Noto que la cortina bailaba felizmente sobre la orilla de se cama por el viento frió que soplaba durante la noche. El no recordaba en lo absoluto haber abierto la ventana, pero no le importo tanto, solo la cerro y se volvió a acostar, raspando su garganta y pasando saliva.

Daniel se despertó, el reloj digital que tenia en una repisa a su costado marcaba las cinco cincuenta y nueve de la mañana, sabia que al dar las seis el reloj comenzaría a pillar con una euforia infernal, sabia que el pitido azotaría su cabeza hasta desesperarlo y provocar que se levantara. De nuevo y por alguna razón se sentía muy cansado, sentía pocas ganas de ir a trabajar. Aun así y con todo el esfuerzo de su vida se levanto y fue hasta la ducha para alistarse y salir directo al trabajo. Mientras se bañaba, sentía que sus brazos no respondían con la misma agilidad, la espalda le pesaba excesivamente y sentía que se había encorvado. Cuando salido del agua, camino hasta un espejo y la arruga seguía ahí, sabia que no podría hacer nada por aquella señal de vejez, pero se sorprendió aun mas cuando vio en su cabello las manchas de color grisáceo, signo de la misma vejez que experimentaba.

Fue a trabajar como si nada y para el atardecer regreso a casa con un poco de sueño, había notado a lo largo del día que su vista ya no era tan buena y que sus manos temblaban un poco. Estando ya en la sala , se quedo dormido viendo el televisor. Alrededor de las dos de la mañana se despertó y camino somnoliento hasta la cama, se recostó y siguió dormido.

La mañana siguiente sucedió exactamente lo mismo, camino hasta el baño y se miro. Ahora su cara se veía mas demacrada y arrugada, no entendía lo que pasaba y le había comenzado a preocupar su estado, pensó que tal vez era una fuerte gripa o algo así, sabia que había estado tosiendo durante la noche porque su garganta le dolía mucho y se sentía con dolor en el abdomen, supuso que del mismo esfuerzo de toser. Así estuvo casi toda la semana, entre mas días pasaban mas viejo se sentía, al completarse el octavo día se miraba asustado sentado en un sillón frente al espejo que tenia en la sala, su cuerpo se había vuelto vilmente un esqueleto caminante, su piel se había emblanquecido a un tono casi trasparente, y en momentos daba la sensación de que se veía a través de ella a no ser por las pequeñas manchas café oscuro que tenia en ciertas partes del cuerpo. El cabello se le había caído casi por completo y se había tornado completamente blanco, su frente se veía arrugada y sus manos temblaban tanto que pensaba que no podría sostener ni un vaso en ellas. Se levanto del sillón y se miro completamente encorvado y senil. A duras penas llego a su cama y se recostó en ella, simplemente se acomodo en la cama.

La ventana se abrió lentamente y la cortina inmediatamente comenzó a ondearse. Algo así como una sabana negra se contoneaba en el cielo de la habitación. Daniel abrió los ojos lo más grandes que pudo, la cosa tomo forma como de un fantasma de esos de caricatura, a excepción de que este era negro, se acerco a la cara de Daniel y soltó un grito ahogado. Daniel de la impresión abrió la boca y miro como algo era extraído de su garganta por la cosa que flotaba en su habitación, su cuerpo sudaba y se contraía, se llenaba de manchas cafés-como las que ya se había visto durante las mañanas- y brotaban pequeñas gotas de sangre de sus ojos y veía que su cabello se separaba de su cabeza y se desintegraba en el viento.

La mañana del 23 de Julio del mismo año, a causa de un compañero de trabajo que le buscaba en su casa al ver que no había asistido, la policía de Red Village entro por la fuerza a la casa de Daniel. Su cuerpo fue encontrado acostado en medio de la cama, tapado hasta el estomago y con las manos entrelazadas. No quedaban restos de haber sucedido nada, solo su esqueleto inerte, inmóvil. Eddie Zurit, -el forense- dijo que lo que había pasado con Daniel podía haber sido una atrofia degenerativa o en términos generales, una destrucción de células del cuerpo, que provocan que uno se vaya haciendo viejo, aunque según el proceso es mas lento y no es posible que en una semana se desarrollara de esta manera.

Al no poderse aclarar el caso simplemente fue archivado y enviado a los archivos muertos, donde su muerte quedo como un misterio para la ciudadanía..
Orlando G.

1 comentario:

  1. Bonito el relato, ese es el miedo inherente que cada uno tiene por envejecer, y por lo tanto, miedo por morir. muy bueno

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