AH1N1-B 4 Ultimo Reporte
Alerta Roja.
Por: Orlando García
La cámara de video enfocaba sórdidamente a su cara mientras el llanto de una mujer destrozada se dejaba escuchar fuera de cuadro -Cuéntenos señora, como es que la pequeña Renata se enfermo de esta nueva versión de la influenza- el camarógrafo comenzó a dejar el zoom y se movía lentamente hasta encontrarse con la mujer que se tapaba los ojos y tomaba aire entrecortadamente -Mi hija me pidió permiso de acompañar a su amiga, un vecina, a la Huasteca y dice que un ave las anduvo rondando, que pues al principio les pareció normal pero que después esta se acerco demasiado, tanto que alcanzo a darle un picotazo en el brazo, eso me dijo ayer antes de desvanecerse y caer en estado de coma- dijo la mujer que tenía aspecto humilde con su cara desvelada y un tanto desaliñada, el micrófono en color amarillo le tapaba la mitad de la cara pero se notaba en su voz un desconsuelo total. -Bien, como ya te habíamos comentado Sergio, este es uno de los tantos casos que se pueden ver en este hospital como el de la pequeña Renata que se encuentra aquí con el resto de la gente infectada- dijo el reportero parándose frente a la cámara -perfecto Eduardo, solo una cosa más, puedes mostrarnos el brazo de la joven solo como referencia para otros padres de familia que quizá estén pasando por algo similar y no se han dado cuenta que se trata de esta enfermedad- se escucho un murmuro donde el reportero le pedía la autorización a la señora mientras que el camarógrafo enfocaba ya hacia donde estaba el brazo, destaparon a la niña y la imagen en la televisión de al menos la mitad de la ciudad sucumbió al mostrar una ampolla rojiza rodeada de una marca verdosa como el de un moretón, había resaltadas venas en color morado y verde oscuro, por donde estaba la ampolla se dejaba ver algo como liquido blanco que a interpretación de muchos podía ser pus -Bien Sergio pues esta es la picadura ocasionada por el ave, nos comentaba la señora que su hija no supo decirle que clase de ave era pero evidentemente esta situación se está volviendo por demás preocupante ya que no sabemos con exactitud de donde proviene y mucho menos como es que fue a parar a animales como esa ave o el perro que ataco al niño la semana pasada del cual solo sabemos que falleció en quirófano mientras intentaban operarlo para amputarle el brazo que le había quedado casi destrozado, este es mi reporte desde el hospital universitario Sergio ya por ultimo solo déjame comentarte que el más reciente reporte dado por la secretaria de salud en cuanto a bajas por este virus es de al menos ciento cinco decesos de los cuales solo se tiene el reporte de que la mitad ha contraído esta infección por medio del ataque de diversos animales- el reportero hizo una pausa y se quedo fijo frente a la lente mientras en el estudio el conductor tomaba el montón de papeles y los ordenaba de golpe -Bien, pues gracias por el dato y seguimos al pendiente Eduardo y volvemos al estudio- el camarógrafo levanto su mano enseñando tres dedos y comenzó a bajar uno a uno hasta que bajo la cámara -perfecto quedo genial, ¿ahora que sigue Eduardo?- Eduardo le dio la mano a la señora dio media vuelta acercándose al oído de Jesús el camarógrafo y le susurro -larguémonos de aquí, ya me siento enfermo- aun no terminaba de decirle aquello cuando un grito ahogado se dejo escuchar en el pasillo, Eduardo se quedo quieto por unos segundos y veía fijamente a Jesús, el levanto la cámara y encendió la linterna de la misma saliendo ambos corriendo para ver lo que sucedía, al llegar al pasillo una mujer se encontraba en el piso con un hombre tendido sobre su regazo, este estaba desangrándose y con la ropa empapada, una enfermera llego apresurada hasta ellos y se quito el suéter verde que traía consigo -¿Que le paso?- pregunto la enfermera mientras la mujer soltaba un llanto inconsolable -mi papa se volvió loco, llegamos a su casa a visitarlo mi esposo y yo como cada domingo y si mas ni mas se tendió sobre él, mi esposo intento defenderse pero mi papa estaba fúrico y lo araño en varias ocasiones pero no sé como lo golpeo mi esposo que lo hizo caer inconsciente, hable a la ambulancia y lo trajeron aquí hasta entonces mi esposo estaba bien pero ahora no se qué le pasa- la mujer gritaba y temblaba al tiempo que unos paramédicos se acercaban con una camilla -tranquila, veremos qué podemos hacer, todo saldrá bien ya lo veras- la enfermera levanto a la señora mientras los paramédicos llevaban al hombre a toda marcha hacia unas puertas de vaivén. -¿lo tienes Jesús?- le pregunto Eduardo al tiempo que se acercaba poco a poco a la escena -casi todo, pero servirá- la luz del reflector le dio en la cara y Eduardo se acerco con el micrófono como si se tratara de un arma blanca, y para el entrevistado lo era en realidad. -¿Cual es su nombre señora?-
-Magdalena- dijo la mujer con el rostro hinchado y los ojos rojos por el llanto. -podría platicarnos para nosotros y el teleauditorio ¿Cómo sucedieron las cosas?- la luz le apuntaba al rostro y ella titubeaba -mi...marido, fue atacado por...- los ojos se le llenaron de nuevo y gotas cristalinas resbalaban por sus mejillas, de golpe entro un doctor a escena Elías Medina presumía en letra manuscrita su bata blanca manchada con un particular rojo carmesí -señora, ¿viene con usted el señor Manuel Cerda?- pregunto de manera angustiosa y exasperada. -¡si, ese es el nombre de mi padre!, ¿qué le ha pasado?- la mujer se encamino hasta el doctor que se había quedado en las puertas de vaivén - tenemos una situación que requiere de su consentimiento- el doctor miro la cámara y torció la boca, tomo a la señora por el brazo y la jalo hacia dentro y las puertas se columpiaron en su eje. -¿y ahora que hacemos Lalo?-le dijo Jesús mientras movía la cámara hasta colocar en cuadro su rostro. -no queda más que esperar a que salga para ver qué es lo que sucede, ¿ya llamaste al canal?- Le dijo Eduardo mientras sacaba un cigarro y hurgaba entre sus bolsas para encontrar una pequeña caja de cerillos -perdón, lo había olvidado- le contesto Jesús a lo que Eduardo solo movió la cabeza en señal de negativa y ambos salieron del edificio.
Había pasado cerca de una hora, ambos estaban afuera, el celular de Jesús pillo a lo que no tardo en contestar, el sol pegaba duro y si uno miraba a lo lejos sobre el asfalto podía verse una estela de calor danzando por la humedad que se evaporaba. -¿quién era?- pregunto Eduardo sintiéndose con todo el derecho de saber. -eran del canal, dicen que no nos movamos de aquí, que al parecer hay una balacera entre sicarios y militares, pero que Luis Dominguez ya tiene cubierta la nota- Eduardo sintió un nudo en la garganta y después un cólera que recorrió todo el cuerpo desde el centro de su estomago -¡ese maldito!, siempre está en el lugar y en momento indicado, ¡hasta pareciera que alguien le avisara!- en ese momento salió la mujer aun envuelta en llanto, pero intentando marcar por un celular, Eduardo le dio un manazo a Jesús en el hombro y le señalo a la mujer a lo cual ni tarde ni perezoso Jesús levanto su cámara y la encendió. -¿Que ha pasado, que le ha dicho el doctor?- dijo Eduardo acercándose a ella de manera intempestiva, la mujer soltó un suspiro y se limpio las lagrimas -ambos están muy mal, mi esposo presenta un cuadro crónico de temperatura al grado que ha convulsionado en dos ocasiones y ahora esta inconsciente y mi padre ha tenido cuatro infartos desde que llego aquí, pero no ha muerto, intento atacar a un enfermero y me hablaron para autorizar que lo amarraran a la cama, esta como loco, no sé qué le pasa y ahora intento localizar a mi hermana pero esta estúpida cosa no toma señal- Eduardo tomo su celular y le extendió la mano para que lo tomara -tome, quizá pueda marcar del mío- la mujer tomo el teléfono y lo abrió comenzando a marcar las teclas y de pronto paro. -Perdón, pero creo que usted tampoco tiene señal- Eduardo tomo el celular y vio que en efecto las barras no aparecían por más que picaba el botón de colgar y lo levantaba como si cuarenta centímetros más sobre su cabeza hicieran la diferencia. -malditas cosas, siempre fallan cuando uno las necesita- la mujer estiraba el cuello como buscando algo -quizás es problema de la compañía, yo también me quede sin señal- dijo Jesús con su celular en la mano -ya no importa, regresare dentro y le pediré a alguna enfermera el teléfono, gracias de todos modos- la mujer dio media vuelta y regreso carrereada al interior del hospital, Eduardo sin pensarlo se fue detrás de ella y Jesús lo alcanzo casi corriendo preparando la cámara para grabar.
El área de urgencias estaba a reventar, había gente en muy mal estado y alguno que otro dormido -maldita perra, ¿donde se metió?- dijo Eduardo al aire mientras Jesús apuntaba con la cámara a todos lados- solo quiero una exclusiva, una maldita exclusiva, es todo lo que pido- Eduardo camino entre la gente buscando a la mujer de pronto se escucho un grito como el de un gruñido, de la puerta del vaivén apareció el hombre que se habían llevado los enfermeros, el esposo de la mujer, estaba completamente salpicado de sangre y respiraba como si acabara de correr un maratón, se quedo ahí parado y la gente solo lo observaba, Jesús le apunto con la cámara y comenzó a grabar, el hombre soltó de nuevo un grito y Eduardo sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo entero.
De la nada salió la mujer -Ricardo, ¿como estas, que te pasa?- le dijo acercándose a él tomándolo por el hombro y como si no la conociera se abalanzo sobre ella haciéndola caer golpeando su cabeza en seco contra el suelo y sin remordimiento alguno comenzó a arañarla, la mujer gritaba y la gente no hacía nada solo quitarse y mirar con morbosidad aquella escena, llego uno de los guardias de seguridad e intento quitárselo de encima, lo empujo con la fuerza necesaria como para mandarlo de espaldas al piso pero este reacciono y como un gato se torció de tal forma que se encontraba de pie en un abrir y cerrar de ojos, brinco cayendo justo en los brazos del fornido guardia pero este perdió balance yendo ambos a parar de nuevo al suelo, la gente conmocionada no sabían que hacer pues aquella situación se había tornado en un tono rojo debido a la sangre que se estaba derramando, la mujer se había quedado tirada en el piso con una hemorrágica herida grave en el hombro y marcas de arañazos en la cara, Jesús se acerco y Eduardo encendió el micrófono -disculpen la interrupción pero tenemos aquí una situación alarmante, aparentemente un hombre de entre treinta y cinco y cuarenta años acaba de golpear a su mujer un elemento de seguridad a intentado detenerlo pero el hombre a puesto resistencia, estas son las imágenes- en el cuadro de la cámara se podía ver a los dos hombres forcejeando incluso en repetidas ocasiones la macana que portaba el guardia había ido a parar en la cabeza del hombre aquel pero este parecía ser de piedra o simplemente no sentir ya que no dejaba de atacarlo, la mujer se levanto y su rostro mostraba pedazos de piel colgando, se quedo parada ahí sin hacer ningún movimiento, un brotante chorro de sangre negra le escurría desde el hombro hasta convertirse en un charco bajo sus pies, sorpresivamente se abalanzo sobre otra mujer que estaba de espectadora -esto se ha vuelto un completo caos...- Eduardo dejo de hablar mientras Jesús le hacia una seña -no estamos trasmitiendo, no hay señal- le susurro, a lo que Eduardo reacciono aventando el micrófono al suelo -¿ cómo que no hay señal?, ¡estúpida tecnología!- su voz denotaba el tamaño de su enojo -no te preocupes, lo grabare todo- dijo Jesús con voz de consuelo. La gente entro en pánico y comenzaron a correr, el hombre y el policía ahora estaban tendidos sobre otras personas y en sus rostros se veía una expresión de maldad combinada con el tono morado que había tomado su piel, como de la sangre molida tras un mal golpe -Esto no está bien, ¡Corre! ¡Corre! ¡Corre estúpido o hazte a un lado!- Eduardo caminaba empujando a Jesús mientras este intentaba correr y enfocar al mismo tiempo toda la escena. Se abrieron las puertas y el montón de gente salía como podía, algunos tropezaban y eran pisoteados por la multitud, sobre la avenida Madero el trafico se detuvo y de la nada salió un convoy de militares, pararon los camiones y formaron una barricada un soldado se levanto sobre lo alto del camión donde venia y con un altavoz recito "Estimados ciudadanos, les pedimos por favor guarden el control, todo aquel que empeore el problema que ahora se presenta tendrá que ser sacrificado, como ustedes saben tenemos la obligación de defenderlos como mexicanos que son, así eso dependa cuidarlos de ustedes mismos" hizo un breve silencio para después de la nada comenzar a disparar, el pánico se apodero de la gente y entre gritos y detonaciones algunos eran alcanzados por los infectados y otros tantos caían al suelo desplomados, la gente que estaba en sus coches comenzó a acelerar intentando huir del lugar y algunos pocos empezaron a retroceder, pero los que parecían no entender lo que pasaba seguían corriendo como intentando salvaguardarse tras los soldados, Jesús jalo como pudo a Eduardo de la camisa y lo llevo hacia atrás regresando así ambos dentro del hospital, aquello era más que un caos, dentro la gente peleaba entre sí, había cuerpos y sangre regada por todos lados, Eduardo paso al lado del cadáver de la madre de Renata y sin darse cuenta le piso la mano, se oían gritos y gruñidos entre los pasillos del hospital que habían pasado a ser una escena de película de terror, todo aquello se había convertido en cuestión de segundos en una cárcel amotinada, las lámparas del techo parpadeaban y en algunas habitaciones había llamaradas, había cuerpos molidos al ser pisoteados y sobre algunos había gente mordiéndolos y comiendo de ellos como un acto de canibalismo y carroña al mismo tiempo, ambos reporteros se metieron en una oficina que estaba hasta el fondo del pasillo. -¿Que carajos está pasando?- Eduardo estaba alterado mientras que Jesús se acercaba a la ventana e intentaba mantenerse duro para poder seguir con la grabación, ante su lente se veían los cuerpos caídos y los que seguían cayendo afuera en la explanada. -Estoy igual que tu, no sé qué es lo que pasa pero estoy seguro que estamos jodidos- la respiración de ambos denotaba cansancio, agitación y sobre todo miedo, miedo quizás a lo que había pasado dentro, miedo a lo que pasaba fuera pero ambos se quedaron ahí por un momento, sin decir nada a la expectativa de lo que hicieran los elementos militares -Es la infección, se está propagando y lo quieren evitar- se escucho una voz detrás de ellos. -¿ Quién eres?- pregunto Eduardo tomando un perchero que había en lo que parecía un consultorio, se abrió una puerta más delgada que estaba dentro de la habitación, salieron primero unos dedos y después salió un hombre, su camisa estaba desabotonada y lucia una visible mancha de sudor combinada con algunas gotas de sangre, el pelo lo tenía presumiblemente desacomodado y traía la corbata colgada hacia atrás -mi nombre es Gustavo Rentería, ex funcionario, estaba en el piso tres con mi esposa y cuando escuche a varios doctores murmurar que había un hombre con cierta actitud, decidí bajar a ver si se trataba de lo que yo pensaba, fue en el momento en que apareció ese hombre que se abalanzo sobre la mujer y no me quedo más remedio que intentar huir porque se de que va todo esto, quise rescatar a mi esposa pero no alcance a llegar, se habían multiplicado y tuve que esconderme aquí- Eduardo miro a Jesús intentando quizá ver en su rostro si había entendido algo de lo que había dicho ese hombre, pero en su lugar encontró lo que imaginaba él que era su propia expresión. -haber, haber, amigo, ¿podrías repetir lo que acabas de decir pero a manera que te entendamos nosotros?- le dijo Eduardo en un tono mezclado entre la irritación y la indignación, el hombre se quedo viéndolos y se acomodo la corbata -¿son de los medios?- pregunto -no fíjate, somos japoneses, ya sabes que nos encanta andar cargando la cámara para todos lados- le respondió Eduardo de forma cruel y sarcástica pero Jesus lo tranquilizo haciendo un ademan de arriba a abajo con la mano extendida -Perdón, es que estoy muy nervioso- dijo Eduardo mientras el hombre intentaba ver algo por la ventana -te entiendo y no es para menos, mira, lo que pasa es que lo que está sucediendo afuera ya lo tenía previsto, no es cualquier cosa, como les dije mi nombre es Gustavo Rentería, trabajaba para el partido democrático de la revolución, pero el año pasado fui cesado por la difusión de información confidencial y la supuesta traición a mi partido, nuestro líder personalmente me destituyo- Jesús seguía apuntando con el lente hacia la ventana donde los soldados aun le disparaban a la gente. -no me opuse ni reclame absolutamente nada por el simple hecho de que así fue, me entere de entre los mismos de mi partido, que nuestro líder había hecho un convenio con estados unidos para crear una enfermedad virulenta que se propagara de forma rápida, donde ambos saldrían ganando, ellos monetariamente y nosotros daríamos un paso más adelante del que tiene el actual partido en el poder al traer la cura a esta supuesta nueva enfermedad pero creo que se les paso la mano o se les salió de control, porque la idea principal era que solo pareciera un virus diferente y solo se trataría de una gripe solo que más fuerte, hasta le dieron un nombre que denotaba preocupación con solo mencionarlo, infectaron a varios miembros del partido uno de ellos era de Cadereyta, todo parecía normal, pero según supe que al regresarlo a su pueblo, aquí en Nuevo León, el hombre falleció, la nota se corrió entre los altos mandos en el partido pero nadie dijo nada, a los pocos días se supo que alguien lo había visto caminando a mitad de la carretera, con su ropa del sepelio y empolvado hasta las narices, a la semana de aquel suceso me entere que una madre de familia de ahí mismo, llevaba a su hija a Monterrey a consultar pero el autobús donde viajaba no había alcanzado a llegar, lo encontraron varios días después abandonado a un costado de la carretera, había pedazos de cuerpos a todo lo largo del asfalto, no pude contenerlo más y lo comente con un contacto que tengo en la presidencia y este a su vez lo llevo más arriba, se han manejado discretamente pero creo que se les está saliendo de control- la cámara de Jesús ahora lo apuntaba directamente al rostro Eduardo le había puesto el micrófono en la boca casi sin notarlo y ambos se encontraban como hipnotizados escuchando toda aquella historia tan bizarra -¿y...entonces...estás personas...qué pasa con ellas?- pregunto Eduardo titubeante y a la expectativa de lo que fuera a responder -realmente no lo sé, solo sé que ese virus no es en lo absoluto controlable y que ahora si estamos metidos en un problema bastante gordo- aun no acababa de decirlo cuando un gruñido y un golpe se dejaron escuchar tras la puerta, Eduardo soltó el micrófono y comenzó a empujar el escritorio que estaba frente a ellos para intentar tapar la puerta, Gustavo no tardo en entenderle y comenzó a hacer lo mismo, tras la puerta se escuchaban los gritos de la gente que aun no había salido del hospital, gruñidos y golpes, además de los certeros balazos que provenían de las armas largas que portaban los soldados.
Habían pasado cerca de cuarenta minutos, las cosas seguían igual con la única diferencia de que les había cortado el suministro de luz, Eduardo comenzó a batir las cosas de aquella oficina y se encontró con un adorno en forma de cráneo, le parecía algo tétrico pero iba a dock con el lugar en donde estaba, a final de cuentas era un hospital, lo observo detenidamente y vio como estaban marcadas e identificadas todas las áreas de cráneo pero vio que en la parte trasera había varias hendiduras las cuales al verlas de lejos formaban un circulo, tardo un poco en procesarlo pero entendió que se trataba de un radio y que aquello era una bocina, le dio vueltas por todos lados hasta que encontró disimulado entre la quijada y la sien una pequeña ruedilla con la orilla áspera, la giro y escucho los típicos paracitos, primero muy leve después un poco alto comenzó a buscar alguna señal, pero solo se oía estática y el cómo se empalmaban leves señales entre sí. -¡maldita sea!- decía en voz baja mientras Jesús veía a los soldados alinearse abajo de sus unidades, Gustavo había optado por sentarse en el suelo recargando su espalda contra el escritorio, eso lo hacía sentirse más seguro. El radio aquel no tenía un indicador de estaciones lo cual hacia complicado saber que estación era la que se estaba oyendo, pero Eduardo calculo al tanteo más o menos donde podría encontrarse la señal de su televisora ya que por las tardes hacían un enlace con una estación de radio propiedad de la misma empresa, primero interferencia luego nada, se oía un silencio enfermo, como cuando alguien deja encendido un micrófono, de pronto la voz de alguien conocido para Eduardo se puso ante los radioescuchas. [Estimado auditorio, les habla Ángel Paena, locutor de este, su noticiero, lamento darles esta noticia, ya que será la última que escucharemos por algunos días, nos acaban de indicar que tenemos que evacuar las instalaciones por orden gubernamental, aun estamos en desconcierto y sinceramente esto es para mí mas una estupidez que una medida de seguridad, todos tenemos derecho a estar informados, pero en fin, les haré un breve recuento de la información recibida antes de que el ejercito quitara todos los medios de comunicación del aire, como celulares y líneas telefónicas. Aparentemente cerca de las doce del medio día, el ejercito tuvo un enfrentamiento con una banda de sicarios en pleno centro de la ciudad, el gobernador junto con el alcalde de Monterrey dieron luz verde a los efectivos militares para remeter bajo sus medios a estos delincuentes, todo esto a raíz de un comunicado directo del presidente de la nación, se reportaron casos de civiles muertos en la balacera del mediodía y el alcalde solo supo decir que tenía que haber bajas inocentes para poder solucionar este problema que atacaba a la nación, la secretaria de salud declara estado de alerta roja bajo el incremento de enfermos por el virus AH1N1-B, mas sin embargo el secretario Gómez Bond, de la secretaria de salud dice que esto solo es una forma de etiquetarlo, ya que realmente no es tan peligroso si se toman las medidas adecuadas de seguridad, además, dijo, que aunque ya es considerado una pandemia bien es cierto que es una enfermedad controlable. En otra nota el hospital universitario fue cercado por efectivos militares y de la marina ya que según un reporte proporcionado por el general Salazar había sospechas de que un grupo de la delincuencia organizada había tomado las instalaciones y había sacrificado a varios inocentes para probarle a los efectivos lo que estaban dispuestos a hacer para salir ilesos del lugar, estas mis estimados amigos son hasta el momento las noticas más relevantes, no me queda más que despedirme y ojalá pronto podamos estar de nuevo al aire, espero contar con su preferencia y....aghh!!!] Soltó un grito estremecedor y de pronto nada, la estática y los parásitos volvieron a la parte trasera del cráneo hecho en Taiwán. Todos se quedaron en silencio y mirándose entre sí, era claro que el gobierno no había podido controlar aquella situación decidiendo que era mejor acabar con el problema desde raíz, eso los incluía a ellos. -¿ qué vamos a hacer?- pregunto Jesús pálido por la impresión de la nota -sea lo que sea que este afuera está dispuesto a matarnos y si no son ellos serán los soldados los que acabaran con nosotros- siguió Jesús en un tono muy pegado a la histeria, de pronto Gustavo comenzó a hurgarse entre la ropa y saco un caja rectangular, se levanto el pantalón y dejo ver una pequeña arma que se mantenía pegada a su pie por una tobillera -la compre cuando andaba en medio de la política, cargo con ella pero nunca la he usado- se trataba de una escuadra de corto alcance y la caja rectangular había resultado ser el cartucho de la misma. -¿con cuántos cartuchos contamos?- pregunto Eduardo -solo este, son cinco balas- aclaro Gustavo de forma airosa -y no me digas que pretendes que salgamos de aquí con cinco escasas balas para enfrentar a esa gente infectada y a los soldados verdad-el sarcasmo flotaba en cada palabra de Eduardo -pues no propiamente, que tal si solo intentamos buscar una forma de salir de aquí- Eduardo soltó una carcajada y miro a Jesús -¿estás oyendo las mismas estupideces que yo, o solo lo estoy imaginando?- Jesús sonrió discretamente pero a la vez puso cara de pena -lo siento Eduardo, pero no pienso quedarme aquí, al menos este hombre nos está ofreciendo intentar algo- al escuchar las palabras de Jesús, Eduardo dejo que sus ojos dieran vuelo por toda la habitación -¿pero qué les pasa, se volvieron locos? ¡No podemos salir de aquí, ni siquiera sabemos a qué chingados nos enfrentamos! ¿No lo entienden? Allá afuera nos están esperando por lo menos cien bestias carnívoras y no creo que estén en fila como para matar de un solo balazo a varias- Gustavo y Jesús agacharon la mirada, la cámara estaba en el suelo y apuntaba a los pies de todos, aun seguía grabando -y entonces que sugieres?- pregunto Gustavo sin temor a la respuesta -quizá sea mejor esperar a que oscurezca, así cuando menos podremos escabullirnos entre las sombras para no ser vistos por los soldados- contesto Eduardo, mientras mantenía la vista sobre la ventana -¿y qué hay de esas cosas?- le pregunto Jesús -eso ya lo veremos cuando estemos en el momento para salir- Eduardo lo miro fijo a los ojos, como si tuviese la seguridad en lo que decía.
El día seguía avanzando y la noche había comenzado a hacer su aparición, la soldados habían estado disparando todo el tiempo y las filas que habían formado estaban rotas, se habían dispersado quizá para acaparar mas campo pero aun no se habían decidido a entrar, la radio seguía emitiendo frecuencias empalmadas o solo parásitos, independientes a las detonaciones de metralletas y r-15, las calles estaban en completo silencio y no se veía movimiento civil, solo se escuchaba a los soldados gritarse unos a otros para ponerse de acuerdo. -es el momento, este es el plan, saldremos intentando no hacer ningún ruido y llegaremos hasta la sala de espera para luego salir por la entrada principal y nos esconderemos entre los arbustos, luego nos podemos ir en cuclillas hasta intentar llegar a la camioneta del canal, si es que aun esta a la vuelta del hospital- Gustavo lo observaba intentando comprender su razonamiento y creyendo que todo aquello sonaba sencillo cuando él sabía que no lo era. -no Eduardo, no podemos salir así, ellos están ahí, además no sabemos exactamente donde están los soldados, quizá algunos ya entraron y nos los toparemos en el camino, yo opino que busquemos una salida de emergencia o algo- dijo Jesús mientras encendía de nuevo la cámara -estoy de acuerdo con él, podemos salir y dirigirnos hasta las escaleras, de ahí podremos bajar hasta el sótano, recuerdo haber visto unas ventanas tipo escotillas, en el área de internos infantiles, podemos llegar hasta ahí, romper alguna y salir- dijo Gustavo poniéndose de pie, Eduardo se quedo mirándolos a ambos y luego regreso la mirada a la ventana que tenían enfrente -¿entonces porque no salir de una vez por aquí?- aun no terminaba de hacer la pregunta cuando un disparo se escucho cerca, tan cerca que la reacción de todos fue echarse al suelo. -¿eso responde a tu pregunta? Tenemos que encontrar otra salida- le dijo Jesús susurrándole, de pronto se dibujo una silueta en la pared y sin darse cuenta ya estaban ellos sentados y con la espalda a la pared, viendo danzar la sombra frente a ellos [aquí hay una ventana, parece seguro, voy a entrar] dentro todos se miraron con temor, el soldado comenzó a golpear con la cacha el vidrio hasta estrellarlo, de pronto una nueva silueta apareció, se veía tambaleante e inestable pero aun así se abalanzó sobre el soldado derribándolo, los tres se pararon y corrieron hasta el otro extremo de la habitación solo para mirar como el soldado forcejeaba con el individuo que se empeñaba en morderlo, se escucharon varios disparos -es el momento!- grito Eduardo jalando el escritorio para poder abrir la puerta, los tres salieron dejando atrás su habitáculo de resguardo y encontrándose de nuevo en el pasillo, todo estaba completamente obscuro lo cual aumento su adrenalina al oír el crujir del cristal y el grito desesperado del soldado, al final del pasillo podía verse algo de luz y un letrero iluminado en rojo que señalaba "salida de emergencia" los tres se dirigieron hacia allá sin saber que tras la puerta de dos habitaciones más adelante un hombre con las ropas rotas los esperaba para atacarlos, parándose frente a ellos respirando agitadamente y con la barbilla escurriéndole sangre espesa los miro con esa con sus ojos rojos como las llamas del infierno enseñando sus dientes amarillentos y su aliento a putrefacción, Gustavo salto desde atrás y coloco el cañón de su arma cerca de la frente de aquel individuo y soltó un disparo que retumbo hasta el más recóndito rincón del lugar y la sangre salto embarrándose quizá en la pared de atrás, el cuerpo se desplomo dejando a Eduardo y Jesus pasmados -En la cabeza, es como lo decían las películas- asentó Gustavo al pasar por en medio de ambos. Tras ellos se escucharon varios gruñidos, algunos incluso se habían escuchado en sinfonía, era un grupo de no muertos que estaban justo en sus espaldas, los tres corrieron llegando hasta la salida de emergencia y entraron, Eduardo dio media vuelta y empujo la puerta para cerrarla, los infectados empujaban con mucha fuerza, Gustavo los golpeaba con el pie para hacerlos retroceder y que el seguro de la puerta abrochara. Cuando lograron hacerlo Eduardo se quedo apoyado en la puerta con ambas manos mientras veía el piso y respiraba aceleradamente, Gustavo se tiro al suelo y agarraba aire a bocanadas mientras que Jesus los seguía grabando con la cámara. -bien, ¿y ahora qué?, ya estamos fuera de la habitación y nos encontramos en lo que parecen las escaleras del hospital- decía Jesus mientras hacia un cameo para intentar ver algo, la única luz que los iluminaba era la de emergencia y al ser de color rojo realmente no les daba mucho campo de visión. -supongo que hay que encontrar algún modo de salir de aquí por el sótano- contesto Gustavo ya un poco mas repuesto -¿te refieres a salir por las alcantarillas o algo así?, tu de plano estas muy mal mi amigo, primero te dije que no era buena idea salir de ahí sin tener con que defendernos, nos vimos en la necesidad, estoy de acuerdo, pero estuvimos a punto de ser devorados por esas personas, o cosas, o zombis, o lo que sean, y ahora muy al estilo Indiana Johnes quieres atravesar por un alcantarillado, es México mi hermano, una alcantarilla es insegura por sí sola, además solo Dios sabe que fue lo que ocasiono este brote de infección, quizá hasta vive ahí abajo- Eduardo estaba alterado, se notaba en su tono de voz. -¿prefieres que nos quedemos aquí, a que, a que de pronto encuentren el modo de entrar y de todos modos nos devoren? Yo pienso que mínimo hay que intentar algo ¿o que sugieres?- le contesto Gustavo ya de pie y hablándole de frente -yo creo que sea lo que sea que vayamos a hacer, hay que apurarnos, porque no creo que esa puerta aguante mucho- la puerta retumbaba por los zombis que intentaban entrar a toda costa. -podemos subir al segundo piso y buscar el modo de salir desde ahí- dijo Eduardo levantando los hombros y torciendo un poco la cabeza -no es mala idea, pero ten por seguro que es más probable que haya más de esas cosas ahí arriba que en el alcantarillado, además no sabemos cuanta gente alcanzo a salir del hospital y mucho menos cuanta gente había, antes de que todo esto comenzara-le contesto Gustavo ya con un tono más inclinado al de Eduardo, de pronto un sonido de interferencia invadió su fúnebre morada, era el radio en forma de cráneo, Jesus lo había tomado al correr y ni siquiera se había dando cuenta [hol..a...hay...vida...est...
Al llegar al final del pasillo escuchaban un sonido constante como el de una campanilla y luego un golpe, en un costado estaba el elevador donde un cuerpo yacía boca abajo y un charco de sangre lo contorneaba, las puertas se abrían y cerraban topando con el cuerpo y producían ese sonido quizá el elevador funcionaba con una toma de energía diferente, como fuera el caso un flashazo vino a la mente de Gustavo "cuatro balas, solo cuatro balas quedaban en su pequeña arma y aun ni siquiera habían logrado salir de aquel lugar".
Llegaron al área de desechos, el lugar olía a una mezcla de penicilina concentrada y cloro de pino, dejaron la puerta entreabierta para que la poca iluminación que generaba el elevador entrara y así poder inspeccionaron el lugar, Eduardo encontró una hacha de emergencia y para fortuna de él y de los demás estaba intacta dentro de un contenedor de basura, Jesus por su parte iluminaba las partes más oscuras y encontró que tras una pila de bolsas había algo parecido a unas puertas a lo cual le dijo a Eduardo señalándole con la cámara para que este pudiera verificarlo, Eduardo tomo una de las bolsas para abrirse paso. -¡espera!, ¿te has vuelto loco?- le grito de pronto Gustavo. -¿que no ves que son desechos peligrosos?- le dijo señalándole la imagen impresa en color rojo al frente de la bolsa que indicaba que era material tóxico -es mejor derribarlas hacia atrás poco a poco usando un pedazo de tela o con los pies- Gustavo se Quito la corbata y la enredo en su mano, echo atrás algunas bolsas y pateaba las que tenía cerca para hacerlas a un lado, brinco las que quedaban y se acerco al fondo -creo que podríamos salir por aquí pero estas puertas están selladas por fuera- dijo empujándolas a lo cual Eduardo se le unió empujándolas con el hombro como un jugador de americano. -Maldita sea, tenemos que poder abrirlas- se detuvo y las comenzó a tentar con sus manos -creo que aquí hay una hendidura, como para una llave- busco en sus bolsillos la caja de cerillos y al encontrarla la saco y la agito pero Gustavo le detuvo el vaivén a su mano -Una vez más, estas entre desechos tóxicos y el noventa por ciento de lo que te rodea es flamable, no seas estúpido nos mataras a todos- todavía no terminaba de decir aquella frase cuando una silueta tambaleante gruño parada justo en la puerta por donde habían entrado, Jesus paso saliva y se hecho poco a poco hacia atrás -Gustavo, saca el arma- dijo susurrándole tembloroso a lo cual Eduardo salto en un acto de valentía y sin pensarlo levanto el hacha y la dejo ir justo a la cabeza de la terrorífica figura provocando que esta se desplomara hacia atrás justo a la luz del elevador -creo que esto te deja en claro que entendí tu idea Gustavo- le dijo Eduardo airoso y pasando junto a ellos para ir por el hacha, batallo un poco en sacarla pero cuando pudo se dio cuenta que se trataba del jefe de intendencia, lo supo porque aquel llevaba puesto un jumper en color gris con una etiqueta que lo describía como tal, también quizá decía su nombre pero esta estaba manchada de sangre y hacia que las letras se perdieran, se agacho para poder trasculcar sus bolsillos esperanzado a que tuviera en su poder las llaves de las puertas y aunque era cierto el hombre ya no las tenía consigo porque se le habían caído tras el impacto y habían quedando en algún lugar de las penumbras del pasillo. Tras la puerta por la que habían llegado se comenzaron a escuchar golpeteos, de algún modo aquellas creaturas habían logrado llegar hasta ahí y ahora intentaban romper la puerta, solo bastaba con que encontraran el tirador de la puerta y el enjambre de zombis entrarían dejándolos probablemente acorralados en ese cuarto del fondo, quizá no era la mejor de las ideas pero Eduardo pensó que si ponía el pasador a la puerta conseguiría ganar un poco de tiempo pero al final entrarían, Jesus y Gustavo continuaron empujando las puertas intentando abrirlas pero estaban bastante reforzadas, Eduardo se levanto y los pudo observar por que Jesus había dejado la cámara sobre una de las pilas de bolsas para así alumbrar a donde estaban ellos, luego regreso la mirada hacia el pasillo oscuro de donde provenían los sonidos de los golpeteos, sintió como le latía el corazón tragando sangre a bocanadas y bombeándola de nuevo por todo su cuerpo, cuando se sintió decidido apretó el hacha en su mano y la sangre le bajo a los pies, levanto la mano que le quedaba libre y camino a ciegas por el lugar, arrastraba poco a poco sus pies y escucho de pronto algo diferente, su pie había golpeado algo metálico, pensó de inmediato en las llaves, busco en su bolsillo la caja de cerillos y saco uno, con las prisas y el hacha en la mano tiro la caja y el resto de los cerillos se habían esparcido a su alrededor, se agacho lento buscándola tentando el suelo, cuando al fin la encontró hizo raspar la cabecilla del cerillo y esta encendió lanzando primero una flama grande y luego se redujo a tan solo una pequeña bola amarilla azulosa pero lo suficientemente luminosa como para darle a ver lo que Eduardo consideraba un regalo divino, ahí estaban las llaves, justo cuando las tomo la llama le alcanzo el pulgar quemándolo y haciendo que lo arrojara, Eduardo tomo las llaves y se reincorporo, justo en ese momento la puerta crujió dejando entrar a aquellas bestias, Eduardo corrió y cerró la puerta tras de sí sabiendo que esta no resistiría tanto como la anterior porque esta era de simple conglomerado y dio media vuelta recargando ambas manos en ella, Jesus y Gustavo se quedaron atónitos y extrañados -¿ qué te pasa?- le pregunto Jesus, Eduardo estaba muy agitado pero aun así pudo sacar fuerza como para arrojarles las llaves entre los pies. -¡apúrate estúpido, busca la maldita llave de ahí y sácanos, ya están aquí y no tardaran mucho en entrar!- Eduardo seguía aferrado a la puerta mientras que temblando por los nervios Jesus buscaba las llaves en el suelo, intento con una, con la segunda, hasta la quinta llave pero ninguna funcionaba, la madera crujió y un rayo de luz atravesó la habitación junto a un brazo que buscaba buscando agarrar lo que fuera, Eduardo continuaba aun y que la mano lo había rozado en varias ocasiones, puso la cabeza entre los brazos y buscaba el hacha que había ido a parar a sus pies cuando entro apresurado a la habitación, como pudo la subió a una altura considerable con el pie, la suficiente como para tomarla de nuevo con su mano, Jesus aun no podía y la situación se les venía encima, Gustavo tomo por el hombro a Jesus y lo echo atrás -hasta a un lado!- le grito justo antes de empuñar el arma contra la cerradura, la bala salió disparada y las cerraduras tronaron Jesus empujo con fuerza tomando su cámara antes de salir a la oscuridad de la noche, Gustavo salió apuntando a todos lados por si alguno de esos infectados estaba cerca -vamos! Sal ya- Jesus le estiraba la mano a Eduardo pero este no soltaba la puerta -¡corran ustedes, lleguen a la camioneta y huyan lo más lejos posible de aquí!- le contesto gritando. -pero es que...- dijo Jesus antes de ser interrumpido por Gustavo jalándole el brazo -vamos, tenemos que salir de aquí- apenas termino de hablar cuando la horda de infectados atravesó la puerta por completo envolviendo de pronto a Eduardo y solo alcanzaron a ver como se fue de boca al suelo, se levanto de entre el tumulto y dio dos hachazos directo a la cabeza de uno de ellos se escucho un grito ahogado y Gustavo jalo a Jesus justo a tiempo para salir huyendo.
Atravesaron todo el campus de medicina varios infectados los perseguían afanados en devorar su cuerpo pero alguien, un soldado quizá, disparaba desde lo alto del edificio derribando algunos, los suficientes como para que ambos pudieran llegar hasta la orilla justo en una de las avenidas laterales, de primera impresión pudieron observar un sin fin de coches abandonados y que mas al fondo como escena postguerra se veían los camiones militares con sus reflectores encendidos y apuntando hacia el hospital, se apuraron a brincar la malla ciclónica y por salvaguardar la cámara, Jesus se atoro con el brazo rajándose lo suficiente como para que un chorro de sangre saliera disparado, soltó un grito y se dejo caer al otro lado abrazando la cámara con el brazo bueno, cayo de espalda y se rodo un poco -¿ qué te paso Jesus?- le pregunto Gustavo intentando levantarlo cuando a lo lejos sobre la caja de uno de los camiones militares salió un hombre apuntando con un rifle, comenzó a dispararles sin mucho éxito -levántate, tenemos que largarnos de aquí- Jesus pujaba y aguantaba el llanto por dentro, varios infectados se acercaron del otro lado de la reja y comenzaron a sacudirla, Gustavo los observo y pudo ver en sus ojos ese deseo embravecido de acabar con ellos, de devorarlos como cuando un animal tiene a su presa acorralada, el hombre seguía disparando y de pronto algo le salto en cima, Jesus pudo ver como un infectado lo jalaba hacia abajo y de pronto dos luego tres y después diez o quizás quince infectados se habían reunido para devorarlo, el hombre grito y soltó varios disparos al aire -me lleva la chingada, levante ya- Jesus salió de su trance y se levanto al tiempo que sintió como le crujía su espalda baja, caminaron a toda prisa por la acera en dirección al norte dejando del otro lado al montón de infectados, pero los que habían acabado con aquel hombre ya se habían percatado de su presencia comenzando a seguirlos gritando y empujándose unos a otros, incluso se habían multiplicado en cuestión de segundos, aquello parecía un maratón de la muerte, la noche era oscura y mas porque la mitad de las luces en la calle estaban apagadas el resto iluminaban solo con un tercio de su energía, se acercaron a un coche que para su fortuna tenía las llaves puestas y estaba en marcha, ambos lo tomaron y dieron vuelta en la primer calle. -¿ahora a donde?- pregunto Jesus desde el asiento del copiloto, Gustavo se agarro el mentón y sintió el picor de la barba que había comenzado a crecerle. -pues supongo que seguiremos la idea principal de Eduardo, llegaremos a la estación y ahí pediremos ayuda- las calles estaban solas no se veía a nadie al menos nadie vivo, había cuerpos tirados, coches chocados entre si y en paredes o negocios o simplemente abandonados con las puertas totalmente abiertas, los semáforos parpadeaban en ámbar y se escuchaban gritos por todas partes, Jesus encendió la radio y busco frecuencia pero no tuvo mucho éxito, las interferencias de señales extranjeras eran más fuertes y eso hacía que solo se escuchara una mezcla de sonidos distorsionados -creo que no ha de ser buena idea llagar a la estación, si no hay señal es porque probablemente ya no haya nadie ahí- dijo Jesus volteando a ver a Gustavo, en el cual vio una expresión serena que luego se convirtió en una de impresión, regreso la mirada al frente y solo pudo ver un enorme resplandor, el centro de la ciudad estaba en llamas como si una bomba hubiera explotado. -creo que definitivamente tienes razón- Gustavo detuvo por completo el coche y se quedo mirando en silencio con la vista como perdida quizá buscando una solución, Jesus lo miro a él y de nuevo al desastre -tres balas- dijo Gustavo -son perfectas para ambos, y quedaría una más para algún afortunado- Jesus paso saliva al oír esas palabras -¿suicidio, así de simple? ¡Todo esto para nada, si hubieras dicho eso cuando aún estaba Eduardo al menos le hubieses dado una muerte digna y no la de dejar que lo despedazaran!, salimos de aquel lugar solo para venir a dar a el centro de la ciudad con el único objetivo de darnos un tiro, ¡¿te has vuelto loco o debo suponer que solo es el típico impulso de un político desesperado!? ¡No señor! Si llegamos hasta aquí debemos buscar donde refugiarnos, lo más seguro es que el campo militar este bien resguardado e incluso tengan gente a salvo- Gustavo respiro hondo y se tallo la cara con la mano -quizás, pero ¿Tienes una mejor idea?- Jesus apretó la cámara con sus manos y algo llamo su atención en el retrovisor, los reflectores del asta bandera seguían encendidos y dejaban ver como aun ondeaba tras un desfile de luz y sombra -quizá podemos ir al obispado, ahí seria más probable que encontráramos una señal por la altura, además que podríamos ver la ciudad y así dimensionar los daños y quizá hasta una señal de vida o algo- se hizo un silencio nuevamente, Gustavo respiro hondo y aunque no le agradaba mucho la idea al menos le hallaba un poco de sentido, quizá porque el obispado había sido diseñado para alertar de los ataques enemigos aunque de eso ya habían sido muchos años.
La calle que llevaba a la cima del obispado se había vuelto oscura desde tiempo atrás pero a ambos se les antojaba que en ese momento lo era aun mas, Gustavo dio vuelta siguiendo las curvas pero tras unos matorrales salió un grupo de infectados que atacaron el coche echándose encima, Jesus tomo el arma y disparo en dos ocasiones zigzaguearon camino arriba y de pronto uno de ellos golpeo el vidrio del lado del conductor introdujo medio cuerpo mordiendo en el brazo a Gustavo que por su parte maniobro pero tras el dolor de la mordida no se dio cuenta que se dirigía a toda velocidad contra uno de los cañones de guerra que adornaban el lugar impactándose de lleno y dando varias vueltas en el aire justo antes de caer con el techo sobre el pasillo que lleva a la explanada. Pasaron algunos minutos y Jesus despertó por un dolor de cabeza y el dulce olor a gasolina, había quedado colgando desde el sillón, tenía esa costumbre de portar el cinturón de seguridad de manera inconsciente, frente a él quedo lo que supuso era el suelo y la cámara había quedado completamente destrozada entre el parabrisas y el tablero, cerró los ojos y se llevo la mano a la cabeza sintiéndola húmeda y caliente lo que confirmo el haberse descalabrado, presiono el botón de seguridad y de golpe fue a dar hasta el piso, se arrastro por la ventana entre los fierros retorcidos y fragmentos de vidrio observo que lo que había detenido su desenfrenada carrera hacia el barranco había sido un poste de luz, el cual ahora se encontraba desfigurado frente al coche, tomo un poco de aire y se recargo de espaldas en la puerta, se había dislocado la rodilla, no le dolía pero podía ver que el hueso no estaba donde debería, busco a Eduardo pero este no estaba por ninguna parte, desde aquel punto pudo observar la ciudad, aun había luces encendidas en gran parte de ella el centro estaba completamente incendiado y había zonas en los cerros donde se podían ver llamaradas enormes, de forma curiosa desde aquel punto la luna iluminaba con su azulosa resplandescencia lo que lo hizo notar que unas siluetas tambaleantes caminaban hacia él desde la explanada, en el cielo una bengala roja exploto y supo entonces que aun había gente viva dibujándosele una sonrisa más porque sabía que para él todo había terminado, el arma había quedado cerca de donde estaba la tomo pensando en la única bala que quedaba mientras los gruñidos y gemidos seguían acercándose, miro al cielo una vez mas y disparo, desde cualquier punto en la ciudad pudo observarse una explosión en la cima de aquel viejo cerro dejando en claro que seguía siendo un campo de batalla.
Orlando G.
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