Todo era negro, en mi cabeza no existía ninguna imagen, solo sonidos, sonidos chillantes y un olor como de aceite quemado, mi corazón estaba alterado y palpitaba muy rápido, pero no solo era eso, sino que encima lo hacía bombeando sangre a bocanadas que dolían tanto, como cuando uno enferma de la garganta y luego intenta tomar agua. En principio los sonidos se conjuntaban en una alteración estresante como un cuchillo siendo tallado contra un plato de porcelana, pero después comenzaron a tomar forma, leves y perdidos balbuceos, sirenas lejanas y el golpeteo en mi corazón que desembocaba justo detrás de las orejas. Luego venia el dolor, un dolor intangible a la razón humana, los brazos y las piernas se sentían como unos bloques gigantescos de concreto y no sentía ningún dedo de la mano, contrario a los pies donde un cosquilleo como de miles de hormigas se postraban en las puntas, cuando al fin logro abrir los ojos lo primero que consigo ver es el cielo, celeste y totalmente limpio, después algo salta sobre mi gruñendo y ante la imposibilidad de mi cuerpo soy devorado por esa cosa, después todo vuelve a ser negro y un escalofrió me recorre la piel despertándome justo antes de sentir esa sensación de caer al vacío -¿Y esto es todos los días Javier?- dijo el hombre semi calvo que estaba sentado frente a él en un sillón de piel sintética blanca –Si, creo que si doctor, al menos en los últimos cuatro meses si- el hombre parecía anotar algo y gimió en sentido de la afirmación medio prolongada, luego presiono la cabeza de la pluma y la punta se guardo - ¿Lo atribuyes al “incidente” de Luisa?- el doctor era un psicólogo de renombre y había estado tratando a Javier desde hacía ya algunos dos años cuando su esposa Luisa se dirigía a San Luis Potosí a visitar a su familia y debido a una falla mecánica perdió el control y salió disparada por el parabrisas muriendo instantáneamente en el primer impacto con el suelo, eso era el “incidente” –Pues no se qué creer, a veces pienso que solo es una simple pesadilla pero otra veces pienso que ella intenta decirme algo- dijo Javier perdiendo la vista en el suelo -¿Y porque habría de hacerlo, crees que eres ella en el sueño, crees que intenta decirte algo aun después de muerta?- dijo el doctor al tiempo que pisaba la cabeza de la pluma y Javier regresaba la vista abriendo los ojos como sorprendido y es que aun no podía llamarle “muerte” al deceso de su esposa sentía, quizá por cobardía al no querer aceptar los hechos –Tal vez, pero sé que a ella no la ataco nada, aunque lo que sienta en el sueño sea lo suficientemente real como para despertar adolorido- Javier se toco ambos brazos -¿Son tan reales las sensaciones?- pregunto el doctor mientras Javier asintió con la cabeza. “…el sentimiento de culpa aun no disminuye, si no que por el contrario parece ir en aumento…” escribió una pequeña nota el doctor –Tal vez sea acumulación de estrés señor Rivera, no ha considerado tomarse unas vacaciones, no sé, quizá no muy veraniegas pero si algo que le sirva para que su mente se despeje- dijo el doctor mientras terminaba de anotar con la cara metida en la libreta –Este fin de semana planeo ir a acampara a la sierra con unos amigos ¿se pueden contar como tal?- el doctor sonrió –Claro que sí, lo que usted necesita es despejar su mente, salir de la rutina- insistió.
El fin de semana había llegado y con él Javier se había levantado madrugando con una leve sensación de miedo, ese miedo que a uno llega a gustarle pues se siente como un frio en los huesos y que muchas veces llega a confundirse con la sensación de emoción. Tomo su maleta y salió disparado para abordar el coche que lo esperaba fuera de su casa. –Buenos días Javi, ¿listo para vivir al natural?- Dijo el hombre que estaba aferrado al volante sonriéndole atreves del retrovisor -Si, supongo que sí Mike- Javier lo había dicho con poco animo con un calor oprimiéndole la boca del estomago en conjunto de un frio en las manos y piernas, dio un último vistazo a su casa. –Veras que te vas a divertir, apreciaras un verdadero y hermoso cielo nocturno y respiraras oxigeno de verdad, tan real que hasta sentirás como mareos- le dijo el copiloto mientras se ponía la cachucha. Miguel y Luis Carlos, ambos amigos de Javier desde la infancia quienes se habían dado a la tarea de sacarlo del hundimiento en aquella depresión. – ¿Y hay animales salvajes?- Ambos se miraron y luego soltaron una leve risa – ¡Claro que sí, es la sierra hermano! ¿Qué esperabas, que acampáramos en un parque público o qué?- Javier se hundió entre sus hombros –No sé, solo preguntaba porque quería saber con qué demonios nos vamos a defender- respondió subiendo poco a poco el tono, Luis hurgo entere sus cosas y saco una pequeña caja en forma de maletín, abrió los broches que botaron como si tuviesen resorte y le paso la caja a Javier –Te presento a nuestra guardiana, una escuadra de postas, no es muy peligrosa en sí porque no mata, pero al menos podríamos ganar tiempo si algo intentara atacarnos- sonrió –Ahora que si las cosas se ponen un poquito más intensas…- Dijo Miguel haciendo una pausa y estirándose para buscar en la guantera del coche –Esto nos solucionaría el problema- unas cuantas balas cayeron al piso del coche perdiéndose entre los pies de Luis y ante la sorpresa de ambos saco una nueve milímetros –¿Te has vuelto loco, de donde sacaste eso?- Javier ya un poco exaltado, mientras Miguel mostraba una sonrisa de oreja a oreja –Me la vendió Oscar, a muy buen precio por cierto- Oscar era un vecino de Miguel que se dedicaba al negocio de adquisición y venta de objetos ajenos, un simple ladronsucho de segunda que constantemente le vendía cosas que en ocasiones resultaban ser bastante inútiles –Te dije que no la trajeras, con la de postas basta- le señalo Luis –Lo sé, lo sé, pero tenía que hacer sentir seguro a Javier- contesto mientras la volvía a guardar en la guantera, Javier por su parte miraba hacia fuera, como si aquello no le importara en lo más mínimo –sabes que en la sierra andan los militares, que tal que nos topemos con alguno y se le ocurra la grandiosa idea de revisarnos ¿ cómo le explicaras?- se escucho un silencio y luego solo el ronroneo de la maquina. –Ya se nos ocurría algo- inquirió Miguel, mientras Luis se limito a raspar la garganta.
Habían tomado el camino detrás de la cortina de la presa La Boca estacionando el coche a la orilla de la carretera, Miguel abrió la puerta y respiro hondo mientras que Luis sacaba las maletas pesadas de la cajuela, aun no amanecía del todo y el cielo en su parte más iluminada se mostraba en una mezcla de colores pastel que iban desde naranjoso hasta un celeste que hacía ver a las nubes como un gigantesco algodón de azúcar, Javier tomo sus cosas y se las hecho a la espalda, frente a ellos había una pequeña vereda que más bien parecía un camino mal marcado puesto que las ramas invadía la mitad del camino, comenzaron a subir poco a poco y cerca de las diez de la mañana habían subido lo suficiente como para perder el auto de vista . – ¿Que tan alto llegaremos?- pregunto Javier exhalando aire forzadamente –Pues eso depende, yo creo que la noche nos caerá cerca de aquella loma que esta allá donde hasta donde se hay un lugar excelente para acampar- señalo Miguel un bulto verdoso refiriéndose a la loma que se dejaba ver entre las ramas de los arboles. Realmente la pregunta de Javier iba enfocada a saber cuándo se detendrían a acampar pero la respuesta de Miguel le dijo eso y mucho más, pues le hizo entender que les faltaba mucho por llegar a un punto bueno.
En el reloj se marcaban las seis con quince minutos de la noche, habían llegado hasta encontrarse con el lugar que había mencionado Miguel. Apilaron un montón de piedras y Luis había hecho una fogata al estilo civilizado con un poco de papel, gas para asador y una cajetilla de cerillos. Cenaron una lata de frijoles refritos acompañadas de una bolsa de tostadas, el clima había enfriado y los tres se encontraba cubiertos con chamarras rompe vientos, se sentaron frente a la fogata y estuvieron platicando ahí hasta tarde, el cielo se había cubierto casi completamente por una capa gruesa de nubes grisáceas y los tres supusieron que llovería en el trascurso de la noche, aun así acordaron levantarse temprano para ir a dar una caminata antes de regresar, recoger las cosas y marcharse.
Javier despertó y miro a su alrededor, había amanecido y eso lo sabia no solo por la eminente luminosidad que se escondía tras las paredes de la tienda de acampar, sino también por el trinar de las aves, salió de la tienda y advirtió que la fogata aun humeaba un poco, el cielo se mantenía aun nublado, mucho más cerrado que la noche anterior, el ambiente estaba fresco y aparentaba una calma total, ese tipo de calma que incluso puede poner nervioso a uno cuando esta acostumbrado al diario escándalo citadino. La tienda de Miguel estaba abierta y dejaba ver su maleta arrinconada y la bolsa de dormir abierta y sin doblar, la de Luis aun se mantenía cerrada, estiro sus brazos como queriendo alcanzar el cielo y sus huesos se acomodaron, bostezó y regreso la mirada dentro de su tienda, por un momento pensó en regresar a dormir pero se recordó a sí mismo en lo que habían quedado la noche anterior y cayó en la cuenta de que quizá Miguel se había adelantado así que decidió levantar a Luis para alistarse y tratar de alcanzarlo.
No paso mucho tiempo cuando los dos estuvieron listos, tomaron la vereda y empezaron a trotar, platicaban de cosas bastante simples y Luis tuvo que detenerse un momento cuando una pequeña piedra se escurrió por uno de sus tenis y se desplazo lo suficiente como para encajársele en la planta del pie. Llevaban diez o veinte minutos desde que habían salido del campamento cuando algo los hizo que se enfriaran lo suficiente como para sentir un vapor emanando de sus cuerpos, era un trozo de tela, la cual se encontraba justo en medio del camino. –Es de Miguel- dijo Luis recogiendo la tela rojiza extendiéndola para asegurarse -¿Qué quieres decir con eso?- la tela era color naranja pero se veía oscurecida por algo que parecía ser una mancha de sangre. –Que esta tela pertenece a una sudadera de Miguel, estoy casi seguro, conozco esa sudadera la usa siempre que vamos a correr- dijo en un tono preocupado, y como no estarlo si eso era cierto significaba que algo le había pasado y había sangrado lo cual los llevo a pensar en que quizá cayó a un costado del camino, comenzaron a buscarlo, pero no había rastro alguno las ramas estaban intactas no parecían haber sido aplastadas ni nada – ¿Nos regresamos?, quizá ya haya regresado al campamento- dijo Javier –Lo dudo, esta es la ruta más rápida sino que la única, lo habríamos visto al regresar, debemos buscarlo, no debe haber llegado muy lejos, yo creo que tal vez ya este de regreso y lo encontraremos más adelante- Javier se quedo viendo hacia delante por donde continuaba la vereda y regreso la mirada a Luis –Lo dudo, yo creo que quizá regreso al campamento por otro lado- en ese momento se vio un relámpago en el cielo como anunciando que se avecinaba una fuerte tormenta –Hagamos algo, tu regresas al campamento y yo lo busco más adelante, así podremos encontrarlo más fácilmente ¿Qué te parece? así si no lo encuentro después de diez o quince minutos regreso al campamento y si el ya está ahí pues no se muevan- Javier asintió con la cabeza y se ajusto la visera de la gorra apretujándola con las dos manos para volverle a dar forma –Te veo entonces en el campamento- dijo Javier sonriendo y dando media vuelta.
Luis siguió su camino un poco más lento, buscaba hacia los lados más pistas, quizá no estaba tan lejos y se lo confirmo así mismo cuando una curva más adelante encontró unas gotas de sangre sobre la tierra seca. – ¡Te lo dije Javier! Te sentirás como un idiota cuando regrese con él- dijo para sí al tiempo que se agachaba para tocarlas y confirmar lo que creía haber visto. En eso escucho el crujir de unas ramas secas, levanto la mirada y alcanzo a ver algo moverse entre las los arboles. – ¡Hey! ¿Miguel, te encuentras bien?- le grito apresurándose a alcanzarlo, dio dos o tres zancadas que sin notarlo fueron las más grandes que había dado en su vida, pero se decepcionó al ver caminando a un individuo un poco más bajo de la estatura promedio vistiendo una camisa y un pantalón verde caqui con unas botas hasta la espinilla color negro. –un militar- se dijo trayendo a la parte frontal de su cerebro el recuerdo de la nueve milímetros –Quizá lo hayan detenido para una revisión de rutina y lo más seguro es que conociendo a Miguel haya traído consigo el arma, puso resistencia y como estos no se andan con miramientos lo golpearon y se lo llevaron detenido, estúpido- lo pensó en una fracción de segundo, conocía a la perfección las reacciones de su amigo, pero su idea perdió sentido cuando vio que el hombre caminaba tambaleantemente hasta que tropezó. – ¿habrá forcejeado con él?, quizá le disparo y la sangre era de él y no de Miguel, ¿Dios mío, que hiciste Miguel?- Las hipótesis le fluían como agua en un rio, pero solo podía saberlo acercándose a el soldado para ver lo que le pasaba, por un momento le paso por la cabeza que tal vez había estado inventándose cosas estúpidas y que la historia se limitaba a una simple borrachera, pues había escuchado que algunos de ellos tenían el conocimiento para preparar alcohol casero y como los mandaban meses enteros a vivir en la sierra pues era lógico pensar que se emborracharan de vez en cuando. Se acerco sigilosamente y sintió como la sangre le llego hasta la punta de los pies cuando a distancia alcanzo a notar una línea rojiza proveniente de la oreja del hombre que aun se encontraba tirado y que se perdía tras su mejilla. -¡Demonios!- pensó, un puñado de aves volaron aleteando fuerte, al grado de sacudir las ramas donde estaban paradas, tres balazos resonaron en el aire haciendo que Luis sumiera la cabeza entre los hombros antes de voltear al cielo.
Javier regreso lo más rápido que pudo hasta el campamento, donde para su sorpresa parecía que habían sido víctima de un saqueador, pensó que quizá se trataba de un oso, pues en las últimas semanas se había escuchado en las noticias sobre el avistamiento de animales salvajes que bajaban a las cercanías en busca de alimento o agua, las casas de campaña estaban completamente desgarradas la pistola de postas estaba tirada a unos escasos quince o veinte centímetros de el maletín, Javier sintió un escalofrió que le recorrió la piel hasta ponerle cada uno de los vellos de punta, de pronto de entre las ramas cayo rodando Miguel, tardando más en esto que en lo que ya se encontraba de pie. -¿Miguel, estas bien?- había quedado dándole la espalda y Javier alcanzo a notar que faltaba el pedazo de tela dejando ver una herida que parecía poco profunda pero que sangraba mucho, Miguel viro de pronto sobre su eje, los ojos los tenia ensangrentados y le faltaba una parte de la mejilla izquierda, la dentadura incluyendo los molares estaban expuesto y tras de ellos se escuchaba un gruñido, Javier sintió que su sangre ya no estaba dentro de su cuerpo, el ver aquella escena le había paralizado y aunque su idea era tratar de salir de aquel lugar y llevar a su amigo lo más rápido posible a un hospital, tenía esa sensación de que aparte de lo que veía había algo más que no lograba entender lo que era pero que indudablemente le hacía saber que algo no estaba del todo bien con su amigo, Miguel soltó un gruñido que le hizo despertar de su transe y se abalanzo sobre Javier, derribándolo y haciendo que se golpeara en la cabeza al grado de que reboto entre las piedras y las hojas secas, forcejearon rodando de un lado a otro, Miguel intentaba morderlo a toda costa y en ocasiones hilos de baba combinada con sangre se escurría y caía sobre el rostro de Javier, quien no lograba comprender lo que había pasado con su amigo. Logro verlo a los ojos, lo blanco se había tornado en rojo y las venas oculares se habían saltado y habían cambiado su color a un tono purpura mientras que la pupila se había hecho amarillosa y el iris estaba completamente dilatado, Javier escucho un gargareo como pudo empujo a Miguel quitándoselo de encima aun y cuando este siempre había sido más corpulento que él, Javier como pudo llego hasta el arma y le apunto a su amigo, la mano le temblaba mientras que Miguel se levantaba, había vomitado sangre la cual termino de mancharle la sudadera, de nuevo soltó un gruñido y Javier sin pensarlo apretó el gatillo, la pistola disparo en tres ocasiones hasta que el cuerpo de Miguel cayo tendido. Javier no podía creer lo que había hecho, pero sabía que su amigo ya no era él, busco desesperado el maletín donde aun estaba un cartucho con recargas para el arma, la tomo rápido y la hecho en su bolsillo y suponiendo que lo había matado salió huyendo de aquel lugar.
Luis regreso la mirada al soldado, el cual comenzó a moverse. –Señor ¿se encuentra bien?- Luis se acerco un poco para intentar verlo a la cara, el hombre se puso en pie lo miro, un ojo colgaba de su cuenca y parecía haber recibido varios impactos de bala, lo sabía por los orificios en sus ropas y las manchas de sangre que se marcaban contorneándolos. –¡Dios! ¿Pero que te paso amigo?- Luis dio dos pasos para atrás antes de que el soldado se abalanzara sobre él, Luis lo tomo por el cuello y este intento morderle el brazo, lo araño en varias ocasiones pero Luis no cedía, -Que me perdonen por lo que voy a hacer- Dijo en su mente, soltando un puñetazo al soldado justo en la cabeza, el cuerpo cayo tambaleante y Luis se fue sobre él, comenzó a golpearlo mientras que el soldado se limitaba a intentar morderlo, hasta que le escupió sangre en el rostro cegándolo y haciéndolo perder el equilibrio, de prono el soldado se encontraba sobre de él, y la tientas Luis busco una piedra con la que lo golpeo tan fuerte como pudo, el golpe fue tal que el soldado cayó a un costado, y sin pensarlo dos veces Luis se sentó sobre su cuerpo y comenzó a golpearlo con la piedra hasta reventarle la cabeza, el cuerpo del soldado convulsionaba y Luis se quito de encima de él, limpiándose la cara y respirando agitadamente, dejo la piedra de lado -¿¡Qué carajos te pasa!?- dijo como si el hombre pudiese responder tras su desfigurado cráneo. Javier apareció tras la curva – ¡Lo mate, lo mate, maldita sea, Lo mate!- Luis se levanto y se quedo mirándolo como congelado, Javier llego ya sin aliento hasta donde esta él. –Lo mate- dijo quebrándosele la voz y reventado en lágrimas, puso las manos sobre las rodillas y agacho la cabeza para alcanzar a tomar algo de aire – ¿De qué hablas Javier?- Luis lo miraba mientras sentía que su corazón palpitaba tan fuerte como un tambor. Javier intentaba recobrar el aliento cuando vio el cuerpo del soldado con el cráneo deshecho, sintió de nuevo el escalofrió y como pudo empuño el arma y la puso en la frente de Luis -¿Qué carajos está pasando aquí?- Luis vio el rostro enrojecido de su amigo por el esfuerzo y levanto las manos –Tranquilízate, yo tampoco lo sé, este imbécil intento atacarme y tuve que golpearlo en la cabeza, pero creo que se me paso la mano- Javier se mecía en vaivén pero no dejaba de apuntarle entre ceja y ceja –encontré a Miguel- le dijo sin mirarlo a la cara –¿y donde esta?- Javier paso saliva –muerto, está muerto, yo lo mate- Luis sintió como la sangre se le había convertido en cubos de hielo -¿¡Que!, que carajos estás diciendo?- Javier regreso la mirada hasta cruzarla con la de Luis –Me ataco, intento morderme, su cara, sus ojos, ya no era él, intente asustarlo con el arma pero fue como si no supiera lo que estaba haciendo y luego intento atacarme de nuevo y tuve que hacerlo, ¡le dispare, le dispare y ahora está muerto!- esto último lo dijo casi gritando –Cálmate y deja de apuntarme, tenemos que pensar en algo, pero necesito que te centres porque si no estaremos completamente jodidos- Luis puso su mano sobre el arma y comenzó a bajarla poco a poco hasta lograr que Javier dejara de apuntarle, Javier por su parte se había quedado llorando y perdiendo la mirada en el cuerpo del soldado -¿Qué haremos con él?- le señalo Javier. –Ven, ayúdame- Luis lo tomo por los pies y le señalo a Javier que le tomara los brazos, se metieron entre la maleza y escondieron el cuerpo. –Quizá no sea lo más discreto pero nos ayudara a ganar tiempo y salir de aquí lo más rápido posible- dijo Luis mientras regresaban al camino –tenemos que largarnos de aquí- Javier sonaba desesperado –No, tenemos que regresar al campamento y llevarnos el cuerpo de Miguel, buscaremos las llaves del coche y regresaremos, después veremos qué historia nos inventamos- se mostro seguro, como si no le afectara en lo más mínimo.
No tardaron mucho en llegar al campamento y lo primero que notaron fue la ausencia del cuerpo de Miguel, además de que las casas de campaña habían sido recogidas, no había rastro alguno de que hubiesen estado ahí, a excepción de unas manchas de sangre que Javier supuso eran de lo que Miguel había vomitado, se llevo la mano a la frente y comenzó a mirar hacia todos lados con nerviosismo. –Los soldados, encontraron la escena y se llevaron todo- Luis tena las manos en la cintura y miraba a Javier – ¿eres estúpido? No pudieron haber recogido nada, es una escena del crimen, ninguna autoridad en su sano juicio limpiaría una escena del crimen en tan poco tiempo, es más que obvio que no mataste a Miguel, él está vivo y quizá recogió las cosas y se marcho, si tenemos suerte lo alcanzaremos en la carretera- Javier se quedo pensando hasta que reacciono –pero yo le dispare y estoy seguro, le di en la cabeza, además las tiendas estaban hechas un asco, como es que pudo recogerlo en tan poco tiempo- Luis lo tomo por el hombro –La pistola que traes es de postas, solo a muy corta distancia podria hacer un daño considerable, además era de bajo calibre- comenzó a caminar hacia abajo –¿Y las casas de campaña? Como lo explicas- Javier comenzó a seguirlo –Como siempre contesta él, algo se lo ocurrió- dijo apurándose a descender.
-No me siento muy bien- Dijo Luis tocándose la cabeza cuando ya llevaban más de medio camino recorrido, eran alrededor de las tres de la tarde el cielo había estado tronando pero la lluvia no caía. Javier le toco la frente y a tientas pudo sentir como la temperatura de Luis debía estar cerca de los cuarenta grados. –Estas ardiendo en fiebre- Los labios de Luis estaban tan secos que un manto blanco se le había formado en las comisuras aun así continuaron caminando, de pronto el cielo se rompió y la lluvia caía sobre ellos con tanta fuerza que hasta les dolían las gotas. Les faltaba quizá medio kilometro cuando tras la fiebre Luis tropezó y se dejo caer rendido sobre el enlodado suelo, un relámpago los ilumino y Javier se agacho para levantarlo y llevarlo en los hombros, cuando pudo incorporarse con su amigo sostenido de él, de nuevo un relámpago seguido de un trueno les alerto, más adelante y sobre la vereda estaba una silueta, era evidente que se trataba de Miguel, como pudo Javier saco el arma le cambio el cartucho –¿Miguel, estas bien? Escucha, discúlpame por lo que paso en la mañana, estaba asustado, Luis está muy mal- dijo casi gritándole y recordándose así mismo las imágenes de la mejilla y el vomito de sangre además de los ojos endemoniados, la silueta comenzó a moverse lentamente y salió de entre las ramas hasta donde era un poco más visible, el rostro era el mismo, quizá un poco más demacrado, corrió hacia ellos y Javier soltó a Luis empujándolo hacia el lado contrario de donde se dejo caer él, Miguel paso sin éxito hasta tropezar y revolcarse entre el lodo. –Está aquí, Miguel esta aquí Luis, necesito que te levantes- Luis se levanto pero mantenía el rostro agachado, Javier se levanto y empuño el arma hacia Miguel. –Apresúrate hay que salir de aquí, ¿Luis?- Luis levanto el rostro y sus ojos se habían tornado igual a los de Miguel. ¡Maldita sea!- Javier sintió picor en las piernas y comenzó a correr rumbo a la carretera, sus amigos se habían trasformado en algo, en algo que el no conocía y ahora lo perseguían, quizá con la intención de matarlo, quizá para comerlo o convertirlo en uno de ellos. Javier corrió tan rápido como pudo y cruzo la carretera sin darse cuenta que un tráiler venia a toda velocidad, escucho el rechinido y el se aventó para llegar al otro extremo y escucho el gruñido de alguno de ellos y alcanzo a ver cómo era aplastado por las llantas del ahora descontrolado tráiler que termino volcando cuando por la velocidad y el agua el peso de la caja le gano y lo hizo acostarse no sin antes dejar el cuerpo despedazado de uno de sus amigos, del cual supo inmediatamente que se trataba de Luis puesto que a la entrada de la vereda se encontraba parado y gruñendo Miguel, se dejo ir encima de él y Javier comenzó a dispararle, haciéndolo caer, el cuerpo cayo a mitad de la carretera y Javier pensó en buscarle las llaves entre las ropas, se acerco sigilosamente y comenzó a meterle las manos a las bolsas, de pronto abrió los ojos pero antes de que pudiese hacer algo solo vio como una luz amarillenta se apareció frente a ellos, un rechinido y después un golpe en seco.
El 25 de octubre del presente año se reporto un accidente bastante aparatoso donde hubo tres lamentables descensos, se encontraron dos cuerpos arrollados y uno más completamente despedazado, un tráiler volcó y varios automovilistas se vieron atrapados en una inevitable carambola debido a la lluvia. Ese mismo día, cerca de la zona al accidente se tuvo el reporte de varios soldados extraviados, la policía está investigando.
Orlando G.
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