sábado, 12 de diciembre de 2009

Archivo 021 El Perfeccionista

-Emergencias, le atiende Laura, ¿ cuál es su problema?- Repetía una y otra vez Laura Mendoza ante las constantes llamadas al número de emergencia que regularmente eran falsas alarmas, bromas de jóvenes y algunas otras tantas solo eran problemas simples como un borracho necio o un asalto a alguna tienda de conveniencia. Eran cerca de las once de la noche, Laura se levanto y dejo de lado la diadema, tomo su vaso con el estampado de una película para niños y se dirigió directamente hasta el garrafón de agua, en ese momento sonó el teléfono del conmutador haciéndola correr y poner el vaso al filo de un escritorio. -Emergencias...- pero su voz fue interrupida por el sonido ronco y nervioso de la persona que marcaba. -Señorita, escuche, acabo de ver algo que de ser cierto podría ser horripilante.- El hombre hizo una pausa. -Señor, conserve la calma y dígame ¿qué es lo que pasa que es lo que visto?- Se escuchaba el sonido de un motor, el hombre seguía sin mencionar una sola palabra. -Señor...?-, -Señorita, ponga atención a lo que le voy a decir, venia circulando por la carretera a Villa de Garcia, y me pareció ver algo extraño a un lado de la carretera, pare a ver lo que era e inmediatamente marque a este número, y me acabo de acercar, necesito ayuda, creo que esto es un cuerpo humano, pero no me atrevo a verle más de cerca.-, - bien señor, le pido por favor que se quede en el lugar donde lo ha encontrado, dice que es sobre la carretera a Villa de Garcia, a qué altura señor?- El hombre no contestaba. -Señor?-, - Ah!, perdón, es que buscaba algo con que guiarlos hasta aquí, pero no veo ningún señalamiento, pero es en sentido a Monterrey, después de las areneras y después de la intersección donde está la gasolinera.-, - Ok está bien señor, que color es su auto.-, Rojo, dijo él, - Esta bien señor, solo le pido por favor no se aleje de la zona y permanezca con sus intermitentes encendidas, una patrulla va directo hacia usted.

Después de dar el aviso en un abrir y cerrar de ojos una patrulla estaba con la torreta encendida a mitad de la carretera, el hombre que dijo llamarse Kain Garcia, había explicado todo a los policías y periciales que habían llegado hasta el, incluso habían llegado agentes federales, pues se presumía el cuerpo fuera de algún narco-menudista o tal vez alguno de esos tantos que mataban por venganza, pero nada, un simple cuerpo femenino desnudo y embalsamado en una bolsa típica de basura, el cuerpo tenía el rostro desfigurado, le faltaban ambos ojos y manos, tenía las piernas atadas con alambre de púas y había laceraciones por todo el cuerpo y aunque estaba en avanzado estado de descomposición según los peritos la mujer no llevaba más de tres horas muerta. Román Valderaz, agente federal, llevo a el hombre que había hecho el hallazgo a las oficinas de la corporación. Lo había hecho pasar hasta su oficina, donde miles de papeles estaban regados sobre su escritorio y lo más cercano a la naturaleza era un cuadro con un maguey que dejaba ver a lo lejos un extenso desierto. Román se sentó frente a él. -..A ver si entendí, ¿dice usted que circulaba por la carretera libre a Villa de Garcia y de pronto vio el bulto a un costado en el sentido contrario de su dirección?- el hombre lo observaba fijamente a los ojos. - Sí, creo que es lo que le he dicho a usted, al forense, a los policías y a la señorita que me contesto al teléfono- dijo en un tono sarcástico e irónico. Román se levanto de la silla y camino hasta el inclinándose hasta casi tocar su mejilla con la nariz. -No te creo, ¿y sabes porque?, porque eso es casi imposible, en esa carretera no hay luz y la bolsa negra cubría casi todo el cuerpo, no dudo que cuando llegamos estabas nervioso pero he visto a tanta gente hacer lo mismo que tu cuando quieren aparentar que no han hecho nada.- el hombre ahora se había enfocado en el cuadro tal vez para ignorar un poco a Román. - Pues eso es lo que ha sucedido, si usted escucha la grabación de la llamada que hice a esa mujer le podrá, en el mejor de los casos, quedar más claro, yo no estaba seguro de lo que veía, solo eran especulaciones- Román se hecho atrás. - Bueno, tal vez en eso tengas razón, ¿pero qué era lo que hacías en aquella carretera a esa hora?- el hombre sonrió. - Iba para casa de mi hermana, ella vive allá...-

La preguntas siguieron Román no podía creerle nada, pero no tenía pruebas para culparlo, aquel hombre solo había encontrado el cuerpo y no tenía nada que ver con el asunto. Alrededor de las dos de la mañana el hombre salía de las instalaciones mientras Román se preparaba para llenar informes sobre el caso, aunque le parecía algo absurdo y burocráticamente estúpido, pero tenía que hacerlo.

Había pasado una semana, Román se encontraba en su casa, era su día de descanso pero aun así madrugaba. Encendió el televisor, que regularmente lo tenía en un mismo canal porque a pesar de que no le agradara mucho como daban las noticas, al menos eran menos amarillistas que en cualquier otro canal. - ...sta mañana, hayan otro cuerpo, igual que el de la semana pasada, en una bolsa negra de plástico y completamente cercenado en la carretera de cuota a Saltillo, aparentemente el cuerpo carecía de piernas además la cabeza no había sido hallada, la policía dice haber recibido la llamada de un taxista que circulaba por aquella carretera del cual nuestro reportero de la madrugada, Julián Garza, nos tiene los detalles....-. Román se había acostumbrado a escuchar este tipo de noticias, en los últimos meses había habido una ola de asesinatos a sangre fría, algunos aparecían con pancartas clavadas al pecho y mensajes macabros de amenazas, otros tantos con signos de violación y tortura, mientras que los que no corrían con tanta suerte les apuntaban las orejas o dedos y muy rara vez llegaban al grado de cortarles las piernas, brazos o la cabeza.

Eran las ocho de la noche, Román había pasado la tarde viendo programas mediocres por la caja de entretenimiento y el aburrimiento lo estaba haciendo caer de sueño, el teléfono sonó. - Bueno...- Pero le colgaron. Se volvió a acomodar, pero el teléfono sonó nuevamente. -¡Bueno!- Dijo gritando. - ¿Qué tal, como esta mi investigador favorito?- Román se quedo helado, era la voz de un hombre. -¿Quién eres? - Solo se escuchaba la respiración del hombre al teléfono. - Veraz, tú tienes un trabajo muy interesante, todo el tiempo persiguiendo a los malos, corriendo de un lado a otro con tu sirenita y representando a la autoridad, pero sabes....yo soy algo extraño, no me gustan las autoridades, mucho menos cuando no entienden a la primera que yo no hice nada malo.- ¿Quién eres cabrón?- Grito Román enojado. - Vaya, vaya, el señor investigador se siente acosado, escúchame infeliz, hoy terminare mi obra y tu no me lo vas a impedir, que tal si lo hacemos mas fácil para ti, eligiere a alguien a quien tu no conoces pero sabes de su existencia, yo pasare por ella y tu tendrás cuidado de no avisar a sus amigos, tal vez no la encuentres con vida...- el sonido monofónico había regresado a su oído y la ira le recorría la piel. Román no había entendido una sola palabra de lo que el hombre le había dicho pero sabía que era algo serio y que si no lo evitaba moriría alguien más y tal vez esta vez sería su culpa.

Román salió con rumbo a las oficinas donde se encontraba Laura, la mujer que había recibido la llamada de hacia una semana y que muy probablemente habría recibido la del taxista. Al llegar encontró a Linda Morales, la encargada de turno matutino quien le dijo que ella acaba de terminar su turno y que ya se había retirado a descansar pero se ofreció a darle el domicilio cuando Román se identifico sobre quién era.

Eran casi las nueve de la noche, Román se estaciono fuera de la casa de Laura y noto que la puerta estaba abierta, camino hasta la casa y pregunto por ella, pero no obtuvo respuesta. Entro a la casa, la cual solo tenía la luz encendida de la sala, así que ya adentro volvió a llamarla, pero nada, todo seguía completamente silencio. Comenzó a husmear, pero sin ser muy evidente, pues parecía lago raro que la casa estuviera en perfectas condiciones y con la puerta abierta. De pronto escucho un golpe en la parte de arriba, y camino sigilosamente hasta la escalera. Al llegar, de una habitación salían huellas de sangre y una marca gruesa como cuando arrastran al ganado ya muerto, se recargo contra la pared, desenfundo el arma y la puso contra su pecho, el ruido se escucho de nuevo y sin pensarlo entro en la habitación apuntándole a lo que fuese que estuviera dentro, la adrenalina se le había liberado y el corazón le palpitaba casi a reventar, de pronto algo le golpeo por la nuca.

El aroma a formol le entraba por la nariz y le hizo reaccionar poco a poco, intento mover las manos pero no pudo, la boca le ardía y algo lo mantenía sujeto y sentado a lo que parecía una silla. Cuando logro abrir los ojos frente a el había una cama de hospital, una bandeja metálica mostraba manchas de sangre y algunas gotas estaban esparcidas por el suelo, sobre la bandeja había hilo quirúrgico y una aguja, aunque solo había una lámpara sobre el techo de donde quiera que estuviese a lo lejos podía ver algo cubierto con una lona y en la pared había empotrado un enorme cuadro de caucho, donde se colgaban martillos, tijeras y algunas otras herramientas. También veía una puerta y por la pequeña separación de esta y el suelo se veía entrar luz, una luz amarillenta.

La puerta se abrió y entro un hombre con un tapabocas, de esos que usan los doctores todo el tiempo. -Buenos días, ¿ Cómo se encuentra “sherlock” el día de hoy?- el hombre hizo una pausa y luego soltó una carcajada casi demoniaca. - Déjeme presentarme, señor “sherlock”, yo soy “Jack el destripador” creo que se nos cruzaron las historias- De nuevo se carcajeo. - Pero que tonto soy, si usted no puede reír conmigo- Dijo el hombre al tiempo que levantaba un espejo en dirección a Román. La sangre se le bajo hasta los pies, un escalofrió le recorría cada parte de su cuerpo pero en cámara lenta, los ojos se le llenaron de lagrimas y comenzó a pujar, su boca estaba cosida, de arriba a abajo en forma de cruses. - ¿Qué te parece amigo?, creo que esa es la única manera de asegúrame de que jamás dirás nada, aunque en varias ocasiones pensé que con haberte cortado la lengua era suficiente, pero uno nunca sabe, así que mejor te cosí y para asegurarme de que no salieras corriendo despavorido te amarre a la silla con mi estambre favorito, alambre de Púas - El hombre sonreía y tarareaba mientras se quitaba los guantes de plástico. -Amigo mío, no deberías estar molesto, es más, en recompensa por tu inteligencia y valentía te daré el honor de ver mi obra maestra, pero cuidado con las críticas, soy muy.....poco tolerante- El hombre camino hasta donde Román había visto la lona y encendió un foco, el cual la iluminaba directamente. De pronto el hombre tomo un extremo y miro a Román. - Mirad a mi “David”, Mirad mi “ultima cena”, ella es Eva.- Al jalar la lona la dejo caer al suelo, descubriendo a un cuerpo femenino, había costuras en las articulaciones, una que unía las piernas al torso y otra en los brazos, el cuello y demás, inmediatamente supo que eran las partes que faltaban en los asesinatos. - ¿Qué te parece, no es hermosa?, ella es la mujer perfecta, es....- De pronto callo, y se quedo mirando a Román. -No te ha gustado ¿verdad?, ¿Verdad?- Dijo gritando la segunda vez. Tomo un martillo de la repisa y camino hasta Román. - ! Dime que te ha gustado infeliz! !Dímelo Ahora!- Levanto el mazo y lo dejo caer sobre su dedo pequeño del pie. El dolor se le desbordaba por los poros, quería gritar, pero no podía. -¡Ya se!, tal vez si hiciera un nuevo orificio en la boca podrías hablar.- El hombre regreso a la repisa y tomo un pequeño cincel y regreso hasta donde estaba Román, coloco la punta del cincel entre sus moretoneados labios, al primer golpeteo Román sintió como se le quebraban los dientes, después del segundo ya no sintió nada y al tercer por la impresión se desmayo.

La mañana del 20 de Septiembre, encontraron el cuerpo de Román Valderaz, a la orilla de la carretera libre a Saltillo, junto a él una nota que decía, “La perfección es un don divino, la estupidez un error eterno, seguiré intentándolo, no importa cuanto tenga que insistir para que dios me escuche”. El cuerpo se encontraba realmente en malas condiciones, presentaba perforaciones en la tráquea, además de los oídos y el corazón. Las manos y piernas estaban rasgadas como por algo filoso, su boca estaba cosida y reventada, además toda la parte frontal de su dentadura estaba pulverizada y había signos de extracciones molares. El caso se clasifico y jamás se notifico a los medios, simplemente lo hicieron parecer como una víctima de secuestro del que ya jamás se supo nada.

Orlando G.

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