miércoles, 3 de junio de 2009

El Perfeccionista (Capitulo 1)



1
Carretera Saltillo
Hablamos entonces, vivimos en una sociedad donde la libre expresión ya no solo es un problema de la misma legislación, sino que, por lo contrario ahora el problema viene mas por el “lado oscuro”, y es que miren queridos radioescuchas, hace días se dio a conocer la noticia de que un compañero del medio, pero de otra radiodifusora fue encontrado degollado a las orillas de la ciudad, la sociedad esta llena de malicia y sociópatas y todo por lo que ya conocemos desde siempre, el abuso del poder, y es que ahora no solo luchamos contra un solo adversario, sino que estamos rodeados por ellos, y lo peor es que se disfrazan de ladronzuelos y de policías, de lavacoches o de choferes, hasta de militares, entonces tenemos civiles asustados, incrédulos de lo que los rodea y temerosos de ser presas de la delincuencia, pero para hablarnos mas a fondo de esto en un sentido mas profesional tenemos con nosotros al Doctor Jaime Martinez, Sicólogo y sociólogo de la universidad del Tec de Monterrey, destacado por sus reconocimientos en el campo de la mente humana...

Diego Cantú, un recién ascendido agente federal, encendía un cigarrillo mientras escuchaba en la radio a un reconocido periodista entrevistar a un sicólogo más que creía saber que era lo que pasa con la sociedad. Diego conducía casi a tientas, pues la lluvia caía intensamente y ya se comenzaba a ver la típica neblina de la carretera a Saltillo, le habían llamado a mitad de la noche porque un pueblerino de Ramos Arizpe tuvo un hallazgo, encontró el cuerpo decapitado de una mujer junto a una nota homicida. Diego bajo el vidrio y dejo caer las primeras cenizas, en su mente solo podía pensar en no pensar, -Aunque sonara circundante- pues sabia que al estar en una escena de crimen lo mejor es llegar con la mente en blanco, era tal vez una estupidez pero el siempre había creído que cualquier distracción no te dejaba ver los detalles, y le había funcionado, por algo había podido resolver muchos de ellos, aunque con aquella lluvia y la densa neblina seria difícil poder ver algo. Aprendió a ser detallista cuando le toco hacer su primera investigación junto a Octavio Salazar, un agente de la vieja escuela, de esos pocos que aun que el gobierno tricolor se los permitiera a capa abierta no se corrompían, al menos no tan fácil. En aquella ocasión Diego acomodaba algunos papeles y actas mientras miraba el reloj esperando salir del edificio tan pronto llegara su hora de salida, pero Salazar por su parte le tenia preparados otros planes, había estado observándolo y lo estaba considerando para llevarlo cuando sucediera algo, para fortuna de ambos aquel día fueron llamados por el infortunio de otros. Diego subió a la vagoneta asustado y sin saber lo que pasaba, mientras tanto Salazar lo miraba por el rabillo del ojo – Sujétate bien hijo, no te querrás golpear la cabeza- Diego se agarro como pudo y la van iba a toda velocidad a sirena abierta y pasando las luces rojas de cada esquina. Al llegar a la escena, una multitud estorbaba en la calle, se oían lamentos y podía verse a oficiales custodiando la entrada de una vivienda, de pronto la puerta corrediza se abrió, Salazar llamo a Diego y lo enfilo para entrar a la casa. - Lo que estas a punto de ver no es un simple homicidio, es tan solo los estragos de alguien frío, frustrado y tal vez con problemas sociales, no te asustes, mira el entorno he intenta descifrar que fue lo que sucedió y como- Diego paso saliva y se preparo para lo peor, jamas había visto a alguien muerto, solo en fotografías que llevaban los demás oficiales al edificio y películas de terror, pero nunca ni siquiera a un metro de distancia. Los oficiales de la entrada estaban encapuchados hasta la nariz, solo se les veían los ojos pero muy vagamente, por la sombra que generaba el casco que les protegía la cabeza. Al entrar a la casa y cegado por la luz del sol solo escuchaba a una mujer llorar lamentándose y gimiendo, conforme fue adaptando su vista al interior, se dio cuenta que se encontraba en un pequeño recibidor, la casa era humilde, la mujer que lloraba abrazaba a otra que intentaba consolarla, había mas oficiales junto a ellas y los forenses entraban y salían de la habitación trasera, Salazar apretó el hombro de Diego y lo miro. -Estas listo?- Diego asintió con la cabeza y entraron al cuarto, el olor era detestable, pero en ese instante Salazar saco un pañuelo de su pantalón y se lo dio. -Toma, tápate la nariz- al entrar a la habitación todo parecía una carnicería a las diez u once de la mañana, había sangre salpicada por todos lados, las paredes, los cuadros, el piso y todo lo demás. El cuerpo era el de un hombre, de tal vez un metro setenta o mas, estaba sentado en un sillón de piel sintética y le habían volado la cabeza, aparentemente con una escopeta a quemarropa, los sesos habían ido a parar a la pared que estaba a sus espaldas y todo lo demás había sido esparcido por la explosión, lo que parecía ser la lengua colgaba de la deforme base de la quijada que aun estaba ahí, uno de sus brazos había quedado sobre su rodilla y el otro colgaba de manera inerte sobre un costado del descansa brazo, sus piernas estaban inclinadas ambas hacia la derecha y sus pies tenían aun los zapatos. Salazar se puso en cuclillas frente a el y saco un guante de látex, movió el sillón con un leve empujón y este semi-roto sobre su eje. - Es giratorio.- dijo el. - Y que con eso Salazar? - dijo otro agente que los acompañaba. - Fíjate bien, y esto va para ti también chico – dijo Salazar mirando a Diego. - Lo que vemos aquí no la escena original, alguien tuvo que haberlo montado, por si no lo han notado, la silla es giratoria, si el hombre hubiese estado sentado en el al momento del impacto muy probablemente el sillón hubiese quedado en otro ángulo y la cabeza quedaría colgando en esa misma dirección, o bien , supongamos que estaba parado aquí (se paro justo frente al cadáver dándole la espalda) , luego el asesino desconocido lo empujara hasta derribarlo al sillón para después empuñar el arma y dispararle para volarle los sesos muy probablemente con la fuerza del cuerpo al caer sumado a el impacto de la bala el sillón hubiera dado varias vueltas antes de de dejarlo como esta, pero el detalle no esta ahí, el detalle amigos míos, esta en que es evidente que para dejar un craneo de esta manera, o mejor dicho, para no dejar rastro de que alguna vez hubo un craneo ahí, tuvieron que usar cuando menos una una escopeta de retrocarga, la cual es lo suficientemente potente como para volarle la cabeza a alguien, pero ¿ Alguien se ha preguntado porque el sillón aparte de algunas manchas de sangre no tiene ningún otro daño, o el porque es que casi toda la habitación esta bañada en sangre pero no hay fragmentos de craneo pero si el cerebro esta al fondo?. - Todos intercambiaron miradas y entendieron a lo que se refería, el sillón no estaba ahí, el cuerpo fue montado en aquel mueble o muy probablemente en todo el escenario. - Pero ¿ Porque?, ¿ Que querría esconder el asesino ?, si a final de cuentas ya lo había matado, ¿ Porque sentarlo y no dejarlo como estaba ?, La respuesta aún no la tengo, pero se que el sillón nos lo dirá. - En ese momento, Diego tuvo una mezcla de sensaciones, no podía creer todo el rompecabezas que había armado Salazar en tan solo un instante, cuando el aun no podía superar el olor y la impresión de la escena. Aun y que tardaron meses para comprobar quien había sido el autor de aquel crimen, Salazar siempre tuvo la intuición de lo que había sucedido, había resultado ser la suegra, la mujer que consolaba a la que rompía en lagrimas, en sus ultimas declaraciones confeso haberlo hecho porque era un borracho bueno para nada, espero el momento justo para deshacerse de el,mientras su hija trabajaba y el estaba emborrachándose en la casa, lo llevo con engaños hasta un lote baldío diciéndole que había visto a su hija con otro hombre, al llegar al lugar discutió con él, se hicieron de palabras y ella tomo el arma que había escondido tras unos matorrales, le apunto y el intento rendirse, se arrodillo implorándole por su vida pero ya era demasiado tarde, el gatillo se acciono y su cabeza voló en mil pedazos, tras la impresión de lo que había hecho, Rosaura, como dijo llamarse, regreso hasta su casa y busco una carretilla, regreso a la escena, subió el cuerpo y los pedazos que alcanzó a ver, lo llevo a la casa y monto el escenario, cerro la puerta con llave y regreso mas tarde con un desarmador y un martillo, forzó la entrada he hizo parecer como si todo hubiera sido un simple robo con violencia, pero jamas imagino el resto de los detalles. El caso se cerro, pero Diego había aprendido a no dejarse llevar por la primera impresión, eso fue de las cosas que aprendió de Salazar.

Las luces amarillas y naranjas iluminaban en franjas destellantes la carretera, la neblina se había vuelto un manto blanco denso como un algodón de azúcar. Diego se inclino hacia la derecha y las llantas de la camioneta pronto le hicieron saber que había salido de la zona pavimentada, haciendo saltar piedras y polvo por detrás de la caja. Diego se apeó de la camioneta y encendió un nuevo cigarrillo, camino hasta la zona abanderada donde varios policías acordonaban la escena. - Que es lo que tenemos? - pregunto Diego a otro agente – Mujer, de entre veinte y veinticinco años, tez perlada y cabello castaño teñido, el cuerpo presenta un deterioro aproximado de tres horas, lo cual nos indica que el asesinato no ocurrio muy lejos de aquí, probablemente fuera en Santa Catarina – El agente le dio la hoja del reporte a Diego, Gerardo Huerta, se leía en letra a molde. - Quien es Gerardo? - Pregunto Diego al aire. - Soy yo señor! - Se escucho al fondo, por donde estaba una ambulancia, el hombre camino hacia Diego, lucía de algunos treinta y cinco años, era de complexión delgada y de aspecto muy humilde, - Tu fuiste quien la encontró? - Dijo Diego en un tono serio casi como acusante. - Si señor, yo fui, lo que pasa es que yo vivo cerca de aquí y pues el autobús aquí me deja, entonces yo me baje, pero pues como la lluvia arrecio intente correr, pero pues la neblina se puso peor y tropecé, al principio yo pensé que era una piedra, pero luego me levante y vi que era la cabeza de la muchacha – Diego torció la boca, lo miraba mientras hablaba. - y tienes tu boleto del autobús? solo por curiosidad -
El hombre se busco entre las ropas y saco una pequeña bolita de papel. - aquí esta señor! - El hombre extendió, Diego tomo el papel y dio media vuelta, comenzó a caminar hasta donde estaba el cuerpo y al llegar cerro los ojos y agito la cabeza en señal de negativa mientras buscaba en su bolsillo otro cigarro. - Maldita sea, Ahora tenemos a un enfermo homicida – la luz del cerillo le ilumino la cara, dio el primer golpe al cigarro y luego se puso en cuclillas. El cuerpo era toda una belleza para aquel que le gustara el arte de Picasso, el brazo derecho estaba dislocado y acariciaba con los dedos de la mano el omóplato izquierdo, el brazo izquierdo estaba extendido, pero pareciera como si le hubieran dado vueltas como a un tornillo y las piernas estaba arañadas completamente hasta la altura de el coxis, pasando por los glúteos, el cuello tenia marcas como de haber sido cercenado por un cuchillo para pan y la cabeza estaba desprendida en su totalidad, el rostro estaba irreconocible, no tenia nariz ni ojos y el resto estaba completamente desgarrado, era evidente que quería que lo encontraran pero no que supieran quien había sido en vida, por eso la había dejado desnuda y lo que resultaba mas inquietante para Diego era que había tenido tiempo de bajarse a acomodar el cuerpo sin que nadie lo notara, pero, ¿Quien lo haría con aquella densa neblina?.

Diego se levanto y dio de nuevo un sorbo de aquel humo de la muerte, el clima comenzó a refrescarse y de nuevo una brisa tenue se dejo sentir. Los agentes policiales y tránsitos, se encargaban de desviar el trafico porque se había vuelto peligroso con lo húmedo del piso y la poca visibilidad. A algunos cincuenta o sesenta pasos de la escena unos agentes de policía discutían con un hombre que estaba en su vagoneta, Diego se acerco. - ¿Que pasa oficiales? - Pregunto ligeramente. - Este hombre dice que no se puede desviar, que necesita pasar urgentemente por aquí, y pregunta que si no hay modo, ya le explicamos que hay un accidente pero es muy insistente. - Diego se acerco y lo miro, pero no pudo reconocerle puesto que el se escondía tras su cachucha y el cuello levantado de su chamarra. - Lo siento amigo, pero tendrá que rodear o bien, esperar de tres a cuatro horas hasta que se termine todo esto – El hombre de la camioneta sonrió. - Tal ves esto sea todo lo que necesite amigo. - Diego frunció el seño y el hombre descendió de la camioneta apuntándole con una cámara. - Soy reportero de una televisora de Monterrey y ahora tengo esto en exclusiva - La luz de la cámara cegaba a Diego, y solo escucho el ruido de la puerta corrediza y algunos pasos. - ¿Que tal Diego? - Dijo una voz que le resultaba familiar, era la de Julio Acosta, un ex compañero de la preparatoria que se había convertido en uno de esos típicos reporteros que se la viven metidos en lios con el afán de encontrar una exclusiva. -Julio, no puedo dejarte hacer esto y lo sabes, estoy en una investigación y lo puedes estropear todo- Diego se tapaba la luz con la mano y buscaba el rostro del camarógrafo. - Oh!, vamos Diego, tu has tu trabajo y déjame hacer el mío- Diego localizo al camarógrafo y le quito la cámara de un solo movimiento.
-Olvídalo, así que dejen de grabarme con este trasto- Diego busco el interruptor de la linterna pero no lo encontró. - Disculpe oficial, pero regréseme la cámara, eso va contra la ley, usted tiene tanto derecho de estar aquí como nosotros, ambos trabajamos cuando suceden estas cosas, así que por favor, no me obligue a hacer un escándalo por esto. - el camarógrafo lo miro extendiendo la mano y soltando una risa burlona. Diego lo miro molesto, tomo la cámara con una mano y se la aventó, el hombre reaccionó sorprendido y asustado a la vez y por poco la cámara va dar al suelo. - Lárguense de aquí, no quiero que mañana sean ustedes parte de las estadísticas. - Diego dio media vuelta y camino de nuevo hacia la escena tirando la colilla del cigarro. - Disculpe oficial, pero eso me sonó como una amenaza – Diego se detuvo y levanto la cabeza sin girar. - No sonó como una amenaza, es una amenaza. Y les sugiero que la tomen en serio, lo que acaba de ocurrir preferiría que no se supiera, es un tema muy delicado y no podemos andar por ahí comentándolo a la asustada gente. - Diego siguió caminado y Julio lo alcanzo. - Vamos amigo, mira, solo déjanos hacer la noticia, nosotros la pasamos al canal y decimos que es un caso aislado, ademas es solo un accidente, como muchos otros, es mas, me portaré bien contigo, que te parece si tomas este pequeño regalo de parte mía y finges completa demencia, hacemos el reportaje nos vamos y sigues haciendo tu trabajo, ¿ te parece bien?. - Dijo Julio al tiempo que acomodaba un billete en el bolsillo de la chaqueta de Diego. - Diego saco el billete y lo miro detenidamente, Sor Juana Ines lo miraba con alegría, metió la mano a su pantalón y busco el ultimo cigarrillo de la cajetilla. Tomo un cerillo y prendió el billete, luego prendió su cigarrillo con el. - No, creo que no me parece, lárgate de aquí Julio, no estoy bromeando y te sugiero que no intentes nada extraño, porque te puedo demandar por la alteración de la escena del crimen – Aun no terminaba la palabra cuando la sangre de Diego se encontraba besando el asfalto húmedo de la carretera. - ¿Crimen, has dicho?, ¿Que crimen? - Diego no hallaba que contestarle. - Creo que he sido claro, ahora vete, estamos investigando y no quiero que lo arruines – Diego siguió su camino hasta donde había dejado al hombre que había descubierto el cuerpo.
- En las historias de la madrugada, nos encontramos en la carretera a Saltillo, cerca del kilometro veintidós, donde aparentemente fue hallado el cuerpo de una victima mas del crimen organizado, o al menos esto lo que pensamos, ya que la policía no quiere dar ningún detalle, somos mi compañero y camarógrafo Josué Urdiales y un servidor quienes traemos ahora esta noticia en exclusiva para ustedes, lo que vemos en la imágenes es una zona acordonada y en el fondo al agente Diego Cantú, quien dirige las investigaciones de lo ocurrido, hasta el momento no tenemos mas información seguiremos en contacto para ver como que se desenlaza esta historia. - Julio estaba parado frente a la cámara y la luz lo iluminaba perfectamente bien. Diego por su parte había pasado a ignorarle, ahora lo que le importaba era interrogar al hombre, analizar la carta homicida y que los forenses llegaran para recoger el cuerpo.
Habían pasado cerca de veinte minutos cuando una camioneta blanca apareció de entre la neblina, en un costado llevaba la leyenda “Forense”. Diego por su parte analizaba a detalle la nota. En ella se describía el modo en el que habían torturado a la victima y el asesino explicaba de un modo enfermizamente fino como lo había hecho, “... Entonces señor agente, fue cuando decidí dejarle esta corta pero interesante nota, ella tenia unos ojos y un tabique perfectos, usted sabe, como de esos pocos que tenemos la fortuna de admirar, por cierto, no se apure en identificar quien ha escrito la carta, yo mismo le resolveré el caso, fue ella. La obligue justo antes matarla...”. La carta continuaba, y cada vez le resultaba a Diego mas y mas trastornada, el hombre era un perfecto psicópata como nunca antes visto al menos en este lado del pais. Descendieron varios hombres de la camioneta, todos lucían unos trajes blancos, guantes y tapabocas, se acercaron al cuerpo y lo fotografiaron, peinaban la zona intentando encontrar algún indicio o alguna pista. Uno de ellos se separo del grupo y se acerco a Diego. - ¿Como estas?, no sabia que te habían asignado el caso. - Dijo el hombre que en su traje se podía leer claramente “Antonio Cardona, Medico Forense”. - ¿Que tal Antonio?, pues no me lo asignaron propiamente, es solo que Roman esta atendiendo otro caso al sur de Monterrey y no sabían a quien asignarle algo tan delicado como esto. - Diego se llevo el puño a la boca y comenzó a toser ahogadamente. - Te esta matando , ¿No es cierto?- Le pregunto Antonio mientras Diego se miraba la mano con asombro y un escalofrío le recorría la piel, había poca saliva combinada con algo rojizo y era seguro que había salido de su boca, saco un pañuelo de su bolsillo trasero y se limpio. - te refieres al cigarro ¿no es cierto?, pues la verdad es que no – Pero si lo era, y lo sabia porque no era la primera vez que se había visto en la necesidad de limpiar su sangre de algo que se había atravesado justo cuando su pecho lo atacaba con una carraspeada voz, pero eso no era todo, el dolor de su pecho era cada vez mas intenso y sentía de vez en cuando como el oxigeno no le entraba muy bien en los pulmones. - Pues deberías checarte amigo, esa tos no creo que sea normal, mas bien yo creo que es crónica o de estrés – Diego regreso el pañuelo a su bolsillo con rapidez para que Antonio no se diera cuenta. - Es muy posible, quizá en la mañana vaya con el medico del edificio - Antonio asintió con la cabeza y se volvió a colocar el tapabocas. - Creo que eso es lo mas conveniente, así que hay que apurarnos un poco aquí – Diego lo miro mientras el caminaba para reagruparse con los demás forenses. En su regreso a la búsqueda Antonio fue interceptado por la luz cegante del camarógrafo, Julio salto de atrás. - Buenas noches señor, necesitamos hacerle unas breves preguntas. - Antonio levanto la mano y la sacudió varias veces negándose a hablar, Diego al ver la reacción, llamo a dos oficiales y les pido que retiraran a los medios. - Espera!, espere oficial, no puede negarnos el saber de las cosas, necesitamos informar lo que ha sucedido aquí, la sociedad también tiene derecho a estar informada! - Alegaba Julio mientras era empujado por los oficiales y su compañero no dejaba de grabar. - he!, a mi no me toquen, los estoy grabando les recuerdo, y esto lo sabrá derechos humanos ademas los denunciaremos, nos están atacando y no tienen porque, nosotros solo estamos intentando que la sociedad sepa las cosas claras. - Diego intervino en el forcejeo tomando la cámara. - Esto se acabo, vayanse si no quieren ir detenidos, ya bastante han hecho por el día de hoy – lo dijo al tiempo que sacaba la cinta del video y les aventaba la cámara a las piernas. Por los empujones, ambos periodistas habían ido a parar al suelo, se levantaron y se sacudieron. - Es mejor que nos vayamos Julio, tenemos lo que necesitamos – Julio se quedo mirando a los policías sintiendo un ardor en la boca del estomago. - Pero la cinta carajo!, que vamos a hacer si no tenemos la cinta. - Josué tomo por el hombro a Julio. - Y quien dijo que habíamos grabado en la cinta?. - La cámara era de un reciente modelo y a alguien lo suficientemente astuto se le había ocurrido agregarles una nueva funcionalidad, una memoria extraible que en este caso y para beneficio de ambos había conseguido su objetivo, grabar, así que se marcharon dando espacio a Diego y Antonio de hacer su trabajo, cerca de las cuatro de la mañana los forenses recogían el cuerpo en una camilla y le colocaban una sabana blanca para cubrirlo, mientras que Diego llevaba a Gerardo para que diera su declaración.

Diego se había colado hasta su oficina, sentía que los ojos le ardían y le lloraban, los párpados le pesaban y al mirarse en un reflejo se noto unas grandes bolsas moradas bajo su ojos, y es que últimamente no dormía, había estado sufriendo de insomnio y todo a causa de los turnos rotativos, pero así era el trabajo y así había sido siempre. Se sentó frente a su escritorio, se llevo el índice y pulgar justo a donde la nariz se perdía con la frente, se quedo así un rato. Tocaron a la puerta, era uno de los oficiales en guardia. Traía consigo un paquete marcado con letras grandes y rojas, “Confidencial”. Lo dejo sobre el escritorio y Diego lo tomo. En su interior venían las fotos ya reveladas que habían tomado los forenses, ademas de la nota homicida y una copia de la declaración de Gerardo, el boleto del autobús y un teléfono celular de modelo viejo. Este ultimo lo habían encontrado los peritos al peinar la zona, estaba tirado a unos cien o ciento cincuenta pasos mas adelante, pensaron que quizá no tenia nada que ver con el caso, pero aun así lo registraron como evidencia. Diego saco todo y lo estuvo observando durante vario tiempo, en su cajonera siempre guardaba cajetillas de cigarros, las compraba en paquetes grandes y se las iba administrando, así que tomo una nueva y encendió otro cigarro. Tomo el celular y lo observo mas de cerca, era un motorola análogo, la pantalla estaba estrellada, presiono el botón de encendido pero no hubo respuesta, de pronto entro a la habitación un hombre con dos tazas de café. - Toma, expresso con dos de azúcar y sin crema, como te gusta. - Su nombre era Roman Valderaz un agente especializado en robos a casa habitación. Conocía a Diego desde aquella ocasión en el caso de Salazar. Roman a pesar de ser alguien dedicado a su trabajo, en muchas ocasiones le habían llamado la atención por ser tan despreocupado. - Como te fue anoche Roman?- Pregunto Diego mientras daba un sorbo al café hirviendo. - Pues, fue algo complicado pero sencillo, en realidad no tuve mucho problema con saber que había pasado, según las primeras investigaciones un par de hombres se disponían a asaltar a Jesús Gomez, un habitante de la colonia Satélite, esperaron fuera de la casa estacionados en una camioneta, Jesús llego a casa cerca de las diez y media u once, lo dejaron entrar y se escabulleron tras de el, el hombre los vio venir y corrió hasta la cocina donde tomo un cuchillo grande y justo cuando el primero de los hombres entro empuñando una pistola, Jesús se encontraba escondido tras la puerta, al ver el arma dejo caer el cuchillo sobre las muñecas del obre arrancándole la mano izquierda de un tajo, la pistola rodó y Jesús la recogió, solo dios sabe como sintió el valor de recogerla y dispararle, lo mato, pero el segundo hombre asustado disparo en repetidas ocasiones hasta darle en una pierna, luego salió despavorido y huyo en la camioneta dejando a Jesús mal herido, y a ti que tal te ha ido?.- Diego se hecho para atrás entrelazo las manos y las llevo a su frente, soltó un suspiro y cerro los ojos, no sabia por donde empezar. - Creo que tenemos una situación critica. - Roman lo miraba con extrañeza. - ¿Tenemos, a que te refieres amigo? - Diego sintió el calor emanando de cigarro que aun mantenía en su mano. - Creo que hay un asesino suelto, mas bien dicho, no lo creo, lo hay. - Roman torció la boca soltando una leve risa. - ¿Asesino dices?, Monterrey entero esta lleno de asesinos Diego. - Roman lo veía a los ojos. - Creo que no me estas entendiendo Roman, habla de un asesino en serie. - Roman soltó una carcajada mucho mas marcada, - ¿Un asesino en serie?, creo que has visto demasiada televisión últimamente Diego, aquí no existen ese tipo de cosas, aquí solo hay asesinos a sueldo, gente enferma que mata a sus familiares, a un amigo de la colonia por deudas o en alguna que otra borrachera. - Roman lo miro fijo a los ojos y entendió que no estaba bromeando, que era algo serio, Diego por su parte tomo las fotos aventándoselas luego al regazo de Roman. - Míralas, míralas bien, y explícame, ¿como le llamas a eso? - Roman observo las fotografías, una a una las estuvo examinando. - Estas fotos...- hizo una pausa mientras buscaba los ojos de Diego mientras el se encontraba dando vueltas de un lado a otro en la oficina, como un león enjaulado. - ...estas fotos las han tomado en el caso?, pues, evidentemente tiene signos brutales de tortura y evidentemente la decapitación nos demuestra una vez mas que el crimen organizado no se anda con estupideces – Diego se detuvo y tomo la nota. - Toma esto, creo que es necesario que lo veas para que entiendas que en esta ocasión el crimen organizado no tiene nada que ver aquí. - Roman se quedo leyéndola mientras Diego apagaba la colilla aplastándola contra el cenicero en forma de herradura, el cual le había regalado Roman al ganarlo en una cantina por beber mas cervezas en un concurso.

En el rostro de Roman se podía ver la preocupación y la angustia, Diego pensó que tal vez esa misma cara había puesto él cuando encontró toda aquella escena, pero también sabia que no era el mismo impacto el leerlo en una pequeña oficina y mucho menos apreciarlo por medio de fotografías. -Señor, creo que tiene que venir al comedor, están hablando de algo muy serio en la tele. - Dijo un oficial que entro sin avisar asomando solo su cabeza y parte del torso. Roman miro a Diego y ambos pensaron en lo peor. Se apresuraron a llegar al comedor, varios oficiales y agentes se encontraban ahí mirando el noticiero. “...Y al regresar, nuestro compañero Julio Acosta nos tiene las historias de la noche, en su ya conocido segmento Los Vigilantes Nocturnos...” Decía Roxana Estrada, titular del noticiero matutino del canal catorce, Diego supo inmediatamente de lo que se trataba, pero se repetía a si mismo la imagen de él quitando la cinta de la cámara, las manos se le habían puesto heladas y le temblaban. Roman por su parte observaba con atención el televisor, en primera impresión había pensado que hablarían de algo nuevo que no habían sido informados, pero luego entendió que se referirían al caso que el trataba ademas de el de Diego, que era el mas importante. - ¿Comentaste algo Diego? - Roman se inclino un poco para preguntárselo al oído. - Claro que no!, ¿te imaginas lo que pasaría si la ciudad entera se da cuenta de que hay un loco suelto en las calles?, el pánico seria horrible, si con solo decirles que no podían pasar por Fidel Velazquez o por Constitución por culpa de los paristas se volvían locos, ahora imagínate esto. - Roman asintió y se llevo las uñas a la boca, pensó en lo que le había contestado Diego, y es que hacia algunos meses, un grupo de personas habían estado bloqueando las principales avenidas de la ciudad, algunas portaban carteles exigiendo que retiraran al ejercito y algunos otros solo se paraban ahí a estorbar, entre hombres jóvenes y mujeres que iban acompañadas de sus hijos de todas edades. El había estado apoyando en aquella situación y le había tocado ver a los paristas atacar a los automovilistas que frustrados por la situación se habían visto en la necesidad de salir huyendo de aquel lugar. Habían investigado que la mayoría de esa gente ni siquiera sabían el porque de su exigencia y muchos confesaron que realmente lo hacían porque unos hombres les pagaban de entre cien hasta quinientos pesos solo por estorbar, aunque hubo algunos casos en los que expresaron que los habían amenazado con matar a sus familiares y amigos si no lo hacían. El gobierno había tomado cartas en el asunto en aquella ocasión y liberaron una nueva ley indicando que todo aquel que fuera detenido iba a ser considerado como si cometiera una falta administrativa y la sanción podía ser fuerte. Las cosas se habían calmado pero la ciudad entera se había sacudido con toda aquella noticia.

...Si Roxana!, mira esta madrugada tuvimos poco movimiento en realidad, pero se presentaron cosas muy intensas, cerca de las once de la noche un par de vándalos fueron detenidos luego de que intentaran robar una tienda de conveniencia ubicada en pleno centro de la ciudad, este par de delincuentes entraron con armas de fuego asustando a la encargada quien se encontraba acomodando algunas cajas, la amagaron y le quitaron todo el dinero de la caja, para su fortuna una patrulla de la policía regia se había detenido a fuera por el rondín de rutina, y al ver esta acción los delincuentes intentaron huir, pero la eficacia de estos elementos y la rapidez con la que reaccionaron frustraron el atraco. En otras notas, un hombre de veintiocho años de edad fue atacado por dos delincuentes que intentaron entrar a su casa, pero Jesús, como dijo llamarse el dueño de la casa tenia un arma y disparo sin pensarlo hacia la calle hiriendo y dando muerte a uno de ellos mientras que el otro antes de huir y al haber entrado en pánico bajo aquella situación disparo correspondiéndole y huyo dejando mal herido a el dueño de la casa identificado como Jesús Gomez....” Roman soltó una carcajada. - Estos reporteritos de mierda, hacen lo que quieren con la noticia, las manipulan a conveniencia. - Diego lo miro, sintiendo una relajación en su cuerpo. “...Pero tenemos una noticia especial Roxana, y es que no todos los policías y agentes son tan buenos como aparentan, lamentablemente Roxana todavía tenemos este tipo de personas trabajando en las corporaciones y que no podemos evitar que obstruyan el conocimiento que requerimos como sociedad” Las imágenes comenzaron a correr, se veía a Diego forcejeando con la cámara, habían editado el video, cortaban y ponían solo pedazos de la conversación haciéndolo quedar como un atacante. “..como te decía Roxana, esto sucedió en la carretera a Saltillo, aparentemente hubo una victima mas del crimen organizado y los oficiales no quisieron darnos información, mostrándose de esta manera agresiva y violenta contra mi compañero Josué Urdiales y su servidor, tenemos el nombre de agente encargado del caso y sabemos que esto no se puede quedar así, necesitamos que esta situación cambie...” Julio siguió hablando, la titular complementaba sus algarabías. Diego estaba confundido, no sabia como habían conseguido las imágenes y sabia las consecuencias de lo que habían dicho si su jefe, el Teniente Ricardo Juarez, había escuchado lo que había sucedido.

Cerca de las once de la mañana un montón de gente con pancartas se encontraba fuera de las instalaciones, reclamaban una y otra vez tranquilidad, los medios estaban ahí. -Buenos días Roxana, estamos trasmitiendo en vivo desde el palacio de gobernación donde actualmente un grupo de ciudadanos indignados por toda esta situación que vivió nuestro compañero Julio Acosta y su camarógrafo Josué Urdiales, durante las primeras horas de esta madrugada, la gente esta muy agitada he indignada, aparentemente lo que requieren o lo que piden es tranquilidad y justicia, me acercare a uno de ellos para entrevistarlo, Disculpe ¿Cual es su nombre?- La mujer selecciono al azar. -Soy la señora Concepción– Contesto -Bien señora Concepción, puede expresarnos en sus palabras que es lo que esta sucediendo aquí?- La señora titubeo un poco y finalmente estructuro su enunciado. -Pues nada señorita, lo que nosotros estamos exigiendo aquí es tranquilidad, la tranquilidad que nos han robado, ya no podemos salir a la calle sin el temor a ser robados o secuestrados y el gobierno no hace nada, ¿pero que va a hacer? Si tienen en sus listas a gente corrupta y ratera como ese comandante Diego Cantú, que agredió a los muchachos cuando solo hacían su trabajo- El televisor se apago y Diego se tallaba la frente con las yemas de los dedos, con la mirada perdida en el suelo le pedía una disculpa al teniente -Es que esto no se remedia con una disculpa Diego, quieres explicarme que carajos fue todo eso!, esto esta cada vez peor, primero el grupo de policías de San Pedro que roban coches, después el policía que mato a su esposa y ahora esto, ¿que sigue, policías pedófilos?, esto ya es inaceptable, la gente cree cada vez menos en nosotros, necesitamos cuidar nuestra imagen ¿no lo ves?- A Ricardo le hervía la sangre, mantenía sus manos entrelazadas sobre el escritorio, tratando de controlar su enojo. -Discúlpeme señor, es solo que intente no darle tanta información, el muy imbécil me desespero y yo solo intente hacerlo que se marchara– Diego levanto la mirada. -Pues si!, pero ahora tenemos a ese imbécil haciéndose la victima y tu aquí excusándote conmigo, es evidente que no podemos decirles todo a los medios, la mayoría de ellos están invadidos por el sensacionalismo y eso los hace incluso despegar los pies de la tierra, pero también es mas que obvió que si lo sabemos evitemos situaciones que se presten para darles noticia, solo le arrojaste mas carne a los perros rabiosos- Diego saco su cajetilla de cigarros y le ofreció, Ricardo lo tomo y lo encendió, Diego hizo lo mismo. -Es evidente que no lo vamos a poder solucionar así, tenemos que hablar con los medios y hacer publica tu disculpa o bien, tendría que hablar al canal y explicarles la situación, hablar con la estúpida esa de Roxana y hacerla entrar en razón- Pero ella no lo haría y lo sabia perfectamente porque de eso vivían, de la noticia y para ellos era mejor el amarillismo que una nota común.

Diego regreso a su oficina, al menos no podía quejarse de su jefe, aunque su enojo había estado en un nivel alto al menos le creía y eso era mas que importante. Se sentó de nuevo, intentaba concentrarse en las evidencias, pero el dolor del pecho regreso, sentía como si algo lo aplastara y no lo dejaba respirar, después tosió y de nuevo un coaguló de sangre salto desde su garganta. Roman entro a la oficina sentándose cómodamente en la primera silla. -¿Como te fue con Ricardo?- Diego tomo un papel de su escritorio y lo hecho sobre la mancha de sangre -Pues, no tan mal digamos, al menos no me van a despedir- Roman soltó una leve risa -¿Te sientes bien?, te ves un poco pálido- Diego endureció el rostro -Si, si claro, estoy bien te lo aseguro- Le contesto mientras tomaba el celular que habían encontrado. -¿Podrás conseguirme el cargador de un celular de estos?- Roman asintió. -Creo tener uno en casa, te lo traigo después de comida- Roman se levanto y vio el papel en el piso, una mancha carmesí brotaba y se desvanecía a lo largo del mismo, sorprendido miro directamente a Diego. -¿Seguro que estas bien?- Diego esbozo una sonrisa parecida a la de un político en campaña. -Claro que estoy bien, ¿te sorprende el papel?, es solo que tengo el tabique un poco desviado, cuando me da el sol o me golpeo me sale sangre y no lo puedo evitar, justo cuando entraste me golpeé con la cajonera, es por eso que me encontraba agachado- Diego creía haber sido lo suficientemente astuto como para zafarse de aquella situación, pero supo que Roman no le había creído del todo cuando lo vio entrecerrar los párpados. -Esta bien, tengo que irme a hacer mi declaración sobre el caso de anoche- Diego asintió mientras que por su mente pensaba en limpiar lo mas rápido posible aquel papel, también lo atrapo el pensamiento de Antonio examinando el cuerpo de la mujer y que muy probablemente ya le tendría algo preparado.

El sol estaba raro, los pájaros trinaban y todo parecía en calma, el medio día había llegado y el cielo aparecía con ese color azul pastel, el aire era fresco pero el astro rey picaba hasta los huesos, Diego se dirigía hasta la morgue municipal a visitar a Antonio, pensaba en la escena que había vivido durante la noche y en los problemas que había tenido por culpa de “Julio y sus propios beneficios” y es que desde que lo recordaba nunca habían sido buenos amigos, incluso ni siquiera entraba en su circulo de amistades. Julio era una persona muy social, pero había en él esos aires de grandeza y supremacía que lo hacían parecer que no podía ser un buen amigo, también recordaba que muchas veces hubo pleitos callejeros por culpa de él puesto que era el editor del periódico escolar, parecía estúpido que la gente creyera lo que decía ahí, pero eran solo jóvenes y la confusión estaba presente hasta en el sabor de la pasta dental, así que no era de extrañar que lo hubiera perjudicado para su propio beneficio,algunas personas nunca cambian.

Dando vuelta en avenida Madero y tras una pared despintada por el tiempo, apareció una van blanca, gritaba a los cuatro vientos con sus letras azules y naranjas “Canal 14, El noticiero mas veraz de la región” Diego se lleno de rabia y aparco justo enseguida, se apeo de su camioneta y asomo su cabeza dentro de la van, no había nadie, solo un montón de papeles arrugados, notas, ticketes y un par de botes de café del Seven-Eleven. -He!, que haces tu ahí!- Grito una voz desde atrás y Diego saco la cabeza. -Ha eres solo tu, ¿como te quedo el ojo, te gusto mi sorpresa?- Dijo el hombre que caminaba hacia Diego desenvolviendo un sándwich y llevándolo a su boca. Diego le reconoció el timbre de la voz, era el camarógrafo que se había escondido tras su gorra y el cuello de la chamarra. -Imbécil, estuvieron a punto de quebrantar una ley por la que los pude haber refundido yo mismo en las celdas de la ciudad- el hombre se mofo escupiendo pedazos de pan y mostrando su mejilla inflamada por la bola de comida que masticaba. -Si, pero no lo hicimos, mas sin embargo si te hice quedar mal y te aconsejo que no intentes nada extraño y esa amigo mío no es una amenaza, es un hecho- Diego sintió como su estomago se contraia una y otra vez, mientras sus molares superiores se apretaban contra los inferiores soltando un rechinido que solo él percibía. Sin pensarlo, tomo la cabeza de Josué y la estampo contra la camioneta. -Suficiente, ya me canse de sus jueguitos del reporterito de escuela- De la impresión Josué escupió lo que quedaba de comida y comenzó a gritar del dolor, Diego apretaba la cabeza contra la pared de la ya abollada camioneta. -Escúchame bien, no estoy jugando y la próxima vez no voy a ser tan tolerante, eliminare cualquier tipo de evidencia y si tu eres una de ellas tenlo por seguro que no lo pensare dos veces- La respiración de Josué se había acelerado. -Esta bien, esta bien, tu ganas!- Diego soltó su cabeza. -¿Que pasa aquí, que demonios estas haciendo Diego?- aparecía heroicamente Julio con su rostro enfurecido. Diego camino hasta él y lo jalo del brazo colocándolo justo delante de su compañero entre ambas camionetas, desenfundo el arma. -Por si no lo habías notado Julio, hace mucho que tomamos rumbos diferentes, tu arma es esa cámara y la mía es esta arma, si tu puedes usaría en mi contra supongo que yo también podría usar la mía en contra tuya- El sudor comenzó a salir de los poros de Julio, jamas se imagino estar en aquella situación. -Tranquilo Diego, no veo la necesidad de llegar a tanto, mira, solo te pido que entiendas que nosotros hacíamos nuestro trabajo- Diego lo interrumpió. -Y yo hacia el mío estúpido mas sin embargo no te importo, te sugiero que de ahora en delante pienses un poco mas las cosas o mi arma te volverá a visitar a ti y a tu queridisimo acompañante- Josué se sobaba aun la cabeza y la mantenía gacha, mientras que Julio mantenía la mirada temblorosa en el rostro de Diego. -Esta bien, mira, lo siento de verdad, tienes razón, quizá se nos paso un poquito la mano, no volverá a suceder, lo juro- Diego enfundo su arma saco un cigarrillo y lo probo para después soltar el humo sobre el rostro apanicado de Julio, regreso a su camioneta, los hombres se quedaron ahí parados observándolo y justo antes de arrancar los miro haciéndoles una señal con el dedo cordial y el índice de que los iba a seguir vigilando. -Pendejo!- Dijo entre dientes Julio tragándose el coraje y la saliva, mientras que Josué escupía un poco de sangre, ambos regresaron a la van y se arrancaron en dirección contraria.

Al llegar a la morgue, lo primero que vio Diego fue el cuerpo sobre la mesa de examinación y a Antonio analizando algo bajo la lente del microscopio. -Aunque no lo creas puedo saber de ti aunque te encuentres a diez cuadras de aquí- Diego se quedo congelado cuando le había hablado sin siquiera voltear a verlo. -No te asustes hombre, no soy brujo, soy medico te recuerdo, pero tu aroma a nicotina te delata- Diego sonrió y camino hasta el. -Deja de criticarme y dime que has descubierto- Antonio camino hasta donde estaba el cuerpo decapitado. -Pues mira, el brazo derecho esta dislocado desde la unión con el hombro y la mano esta hecha polvo, aparentemente tuvo que haber sido destrozada con un mazo o con un objeto lo suficientemente grande como para quebrarle los huesos pero ligero como para no reventarle la mano entera dejándola como una plasta en el suelo, en cuanto el brazo izquierdo los huesos están divididos en noventa partes esto debido a la rotación que tuvieron aparentemente y por los signos en la piel al estar colgada- Diego se llevo la mano a la barbilla,rozando su ya crecida barba dejando escuchar un rasposo rocé. -¿Ósea que la mantuvo colgada de un solo brazo?- Antonio le señalo las marcas. -Pues según esto, si. Aunque la verdad no me convence del todo, ya que eso indicaría que por la forma en que fue girada tendría que estar el hombro de igual manera desprendido, y no es así- Diego movió la cabeza en signo de negativa mientras Antonio le continuaba explicando. -Las marcas de la cintura y hasta la punta de los pies son producto de algo metálico, al parecer la amarro con algo parecido a un alambre con picos, como un alambre de púas, y luego lo jalo hasta quitárselo como si fuera una falda o algo similar consiguiendo este efecto de arañazos, las marcas del cuello coinciden con varios cuchillos, pero aun no encuentro con exactitud de que tipo, ya que en algunas partes aparenta tener hondas como la de cuchillos para pan y en otras partes cortes tan finos como los de una filosa navaja. En cuanto a la cabeza, presenta los mismos signos de las piernas, raspaduras que cubren toda la frente y pues solo encontré la ausencia de los globos oculares y el tabique, este ultimo aún no defino si lo retiró para sacar los ojos sin dañarlos o es parte de la contusión- Diego recordó cada palabra que contenía la nota y la mayoría de las cosas que le explicaba coincidían, pero no explicaba que tipo de armas o métodos de tortura había usado a excepción de las marcas en la cabeza, la frase daba vueltas en su cabeza “...Una corona de espinas le vino bien, pensé, si sienten lastima por Jesús por algo tan simple, quizá por ella también la sentirán...” -¿Pero que fue lo que le dio muerte?- Antonio se detuvo un momento. -Creo que aunque es complicado de saber, esta mujer sufrió mucho, de ser cierta mi teoría el golpe en la cabeza pudo ser la causa y según por el tiempo que lleva la sangre muerta en las heridas todo fue hecho antes de eso- Diego respiro profundo y pensó en encontrar y matar con sus propias manos al muy infeliz. -¿Revisaste si había signos de violación?- Antonio le mostró el microscopio. -Eso es lo que estaba revisando, pero aparentemente no hay muestras de semen ni en el interior ni sobre ninguna parte del cuerpo, lo cual significaría que este hombre es un completo demente y que disfruto realmente al matarla, es alguien verdaderamente peligroso- Y como no serlo, la brutalidad con la que había matado a esa pobre mujer lo hacia lo suficientemente lunático y carente de juicio. -¿Podrías darme un informe previo?- Antonio se dio la media vuelta y camino hasta el ordenador que tenia. -Lo mande imprimir, pero es un muy previo, yo creo que deberías esperar al informe completo- Diego lo tomo de la impresora y lo grapo -No voy hacer nada con el, realmente solo necesito leerlo, quiero analizarlo para poderme meter en su mente, eso he escuchado que eso hacen los americanos y lo repiten a cada rato en sus programas de la televisión- Antonio sonrió -Quizás los americanos no tienen ni la mas mínima idea de lo que significa eso, ellos siempre quieren quedar como los “héroes”- Diego saco un cigarro y golpeteo varias veces -Tal vez tengas razón, pero no encuentro nada mas que hacer. Lo que me preocupa es que vuelva matar a alguien- Antonio le quito el cigarro y lo aplasto en su mano antes de aventarlo al bote de basura -Debes dejarlo por dios!- Dijo molesto Antonio -Ademas con respecto a tu amigo el asesino, no lo sabremos hasta que suceda- Diego se quedo viendo las hojas de tabaco y nicotina que habían caído al suelo –Si lo se, pero no lo puedo evitar, el cigarro es como un alimento para mi- Antonio se dio la vuelta y pego de nuevo los ojos al microscopio. Diego doblo las hojas y se marcho pensando en que quizá debía empezar algún programa para dejar el cigarro, pero muy dentro de si sabia que nunca lo podría dejar, no por falta de voluntad si no por lo que conllevaba aquella decisión, dejar el cigarro era como deshacerse de un sin fin de recuerdos así como el no dejarlo significar echar su vida completa al caño.

Diego regreso a su camioneta y se dirijo de nuevo rumbo al edificio, iba andando por la calle, tal vez a cuarenta o cincuenta kilometros por hora, la verdad es que no le importaba, pensaba en que aquella situación le estaba enfermando mas que su problema del cigarro, aun no podía creerse para si que la ciudad estuviera pasando por una situación como esa y mucho menos que tuviera que dirigir las investigaciones. En recuerdo ataco su mente haciéndolo orillarse, por primera vez en lo que llevaba siendo policía algo lo había hecho detenerse de aquella manera, no porque nunca tuviera ideas brillantes, si no porque comúnmente las cosas marchaban sobre un mismo carril y aquella situación era algo nuevo para el. El recuerdo que lo había asaltado de manera abrupta era la pequeña bola de papel en la que Antonio había vuelto al cigarro, la misma imagen que había visto salir del bolsillo de Gerardo, el boleto de autobús, su idea era que en algún momento el asesino tendría que encontrarse con el autobús y a la altura que estaba el cuerpo y por los tiempos definidos de manera aproximada a la muerte de la joven eso era casi un hecho, el detalle era saber a que altura pudo ser el encuentro, puesto que después de un tramo la carretera se divide dejando separados ambos sentidos, lo mas probable era que Gerardo al ser solo un pasajero mas quizá al momento del encuentro se encontrara dormido, pero si tenia que haber alguien que lo notara, el chofer, no era por ser fantasioso pero si todo el tiempo estas sobre la carretera empiezas a conocer los comportamientos de la gente de la carretera, tenia que haberlo notado, por muy despistado que fuera, ya que la neblina aquella noche indicaba que no era normal ver coches andando despreocupadamente. Diego se sobre excito, por fin tenia un hilo por donde comenzar a tejer toda aquella locura, piso el acelerador a fondo y la camioneta respondió con un sonido ostentoso, como el de un león enfurecido, tenia que ir pronto hasta su oficina, donde se encontraban todas las evidencias.

La idea le daba vueltas en la cabeza, no podía dejar de pensar en ello, al grado que casi es sorprendido por un grupo de periodistas que se agazapaban bajo el regazo de la puerta de entrada al edificio, lo estaban esperando, estaban a su espera solo para devorarlo como a tantos. Diego paro su camioneta dos cuadras antes y se quedo ahí, observándolos, pensó que podía estar todo un mes ahí sentado sin moverse y que de ningún modo ellos se marcharían si no hasta machacarlo frente a las cámaras para hacerlo ver peor de lo que el estúpido de “Julio y sus propios beneficios” habían conseguido. El calor se hacia sentir como cualquier tarde veraniega de Monterrey, el sudor le escurría por la espalda y la camisa se le pegaba como papel húmedo, en la radio no había mas que música mediocre y alguno que otro comentarista de futbol, los cigarros estaban agotándose y un intestino le recordó que no había probado alimento desde la noche anterior antes de dormirse justo antes de ser despertado para atender el caso. Se apeo de la camioneta y se coloco sus lentes ray-ban camino hasta la orilla contraria y se deslizo hasta colocarse frente a el edificio, había un hombre observando la multitud. -¿Que sucede aquí amigo?- Diego le pregunto sin voltearlo a ver, con la intención de que el hiciera lo mismo -Pues nada, ya sabes como es la gente no, creo que están esperando a algún agentillo cualquiera para hacerlo trizas, según escuche por un asesinato o algo así, pero golpearon a otros reporteros o una cosa así, la verdad es que no se mucho- Diego paso saliva, había comprobado su teoría, lo estaban cazando, en el interior estaba Roman, lo sabia porque se encontraba parado, como esperando. Diego no sabia que hacer, pues su única opción seria entrar por la parte trasera y eso incluía entrar por la parte donde mantenían a todos los detenidos por faltas administrativas, eso incluía a un grupo de borrachos, pandilleros y alguna que otra mujer detenida por escandalizar, ademas del guardia que se encargaba de cuidarlos, aunque los encerraban en celdas separadas para que no hubiese problemas, siempre cabía la posibilidad de que el policía se moviera o bien, simplemente estuviera de malas y no lo dejara entrar. Aun así se arriesgo, se escabullo por un costado y camino hasta quedar frente al portón, para fortuna de el, a ningún reportero se le había ocurrido la entrada trasera.

Llego hasta su oficina, descanso un poco soltando el aire y enseguida se repuso para tomar el boleto. “Saltillo-Monterrey, Salida 11:10 Llegada 12:45” el boleto estaba personalizado, incluía el nombre completo de Gerardo y el numero de asiento, pero no decía nada del chofer, lo cual incluía tener que investigarlo hasta dar con el. Tocaron a su puerta, -Entonces si era cierto que llegaste- Era Roman. -Te estuve esperando, sabia que te harían pedazos con sus preguntas estúpidas e inoportunas, por eso estuve esperando que llegaras, o bien, te aplastaría la multitud, eso no lo se, pero de cualquier forma quería estar ahí para verlo- Dijo Roman soltando una carcajada, Diego lo acompaño con una sonrisa, pero su sonrisa venia de esa sensación que recordaba cuando su mente lo sorprendió dándole un comienzo en su investigación. -Te he conseguido el cargador, incluso te hice el favor de conectarlo- Diego miro el celular, que estaba titilando una luz roja sobre uno de sus archiveros. -Te lo agradezco Roman- Dijo Diego al tiempo que escupía en su bote de basura, costumbre que había tomado en invierno cuando se había enfermado de gripa y las flemas subían y bajaban por su pecho, pero esta vez no era solo saliva, era de nuevo ese color rojo que ya comenzaba a odiar. Se limpio los dientes pasando su lengua de un lado a otro. -¿Y como te ha ido con tu declaración?- Roman se puso cómodo sentándose en la silla, -hermano, ha sido de lo mas tranquilo, no hay vuelta hoja, es un caso resuelto, el hombre que huyo lo traigo entre ojos, algunos de mis contactos lo tienen identificado, solo es cuestión de esperar un poco y lo encerraremos, pero y a ti ¿que tal te fue?- Diego raspo su garganta.-Pues veras, la verdad es que Antonio no me ha dicho nada que no diga la carta y no me sorprende, tal vez porque en la carta me dijo específicamente lo que tenia pensado hacerle antes de arrojarla en medio de la noche desnuda, pero cuando venia hacia acá tuve una idea, comenzar por el chofer del autobús, el tiene que saber algo- Roman sonrió, -Ese es el Diego que yo conozco, siempre tan inteligente- la sonrisa de Roman se había convertido en una especie de risa, -Por cierto, como las cosas no van muy bien en cuanto a tu imagen con la prensa, decidí darle un pequeño susto a tu amigo Julio- Diego se hecho para atrás y desconecto el celular. -No va a ser necesario, ya lo he asustado cuando iba rumbo a la morgue, creo que con lo que le dije tiene que ser mas que suficiente- Roman levanto las cejas en señal de asombro. -Nunca es suficiente para esas ratas- Diego sonrió y hecho todas las pruebas de nuevo al sobre, se despidió de Roman y salió apurado del edificio, olvidando por completo a los reporteros quienes al verlo se le echaron en cima haciéndole preguntas injuriosas, mas sin embargo consiguió salir huyendo entre empujones y arañazos.

Diego se estaciono, se apeo y camino hasta una taquilla -Señorita, necesito una información acerca de el conductor de un autobús- le dijo al tiempo que se recargaba sobre el mostrador, la joven de no mas de veinticinco años le lanzo una sonrisa que a Diego se le antojaba coqueta -Pues, no creo poder ayudarlo mucho, tenemos prohibido dar ese tipo de información- Diego la miro por encima de sus lentes de aviador -Señorita, soy agente federal, si no puede darme la información usted entonces diríjame con quien si puede- La joven torció la boca y tomo el teléfono que tenia de lado -Dígame, ¿En que le puedo ayudar señor?- Intervino un hombre que lucía un traje color marrón y en el costado izquierdo anunciaba “Luis Hernandez, Supervisor de Taquillas” -Si mira, le comentaba aquí a la señorita, que necesito la información de uno de sus choferes- el hombre se llevo el puño hasta la boca y raspo su garganta -Disculpe señor, lo que pasa es que eso es confidencial, dígame, ¿que paso, tiene algún tipo de queja o sugerencia?- Diego se quito los lentes y metió la mano a su bolsillo trasero -Le basta con esto?, soy agente federal, dígame con quien tengo que ir para que se me de la información que estoy pidiendo- Diego guardo su gáfete y encendió un cigarrillo, el hombre se dio media vuelta indicándole que lo siguiera -Por esa escalera, sube al segundo piso y pregunta por el licenciado Leonardo Ponce, tal vez pueda ayudarle con su caso- Dijo el hombre molesto -Gracias, Luis- Diego apago el cigarro con el talón de su zapato y saludo al guardia de la puerta, al entrar las escaleras parecían ser de un edificio muy viejo por su aspecto deteriorado, Diego pensó que quedaba adoc con el resto del plantel. El murmullo se dejaba oír desde antes de llegar y es que para su sorpresa el piso entero estaba tapizado con gente hablando y trabajando en unos cubículos mas pequeños que una caja de lavadora, Diego se quedo mirándolos y de pronto un joven levanto la mano, haciéndole señas -¿A quien buscas?- Diego camino hasta el -Leonardo Ponce, ¿lo conoces?- El joven estiro la mano y señalo la puerta del fondo -Es esa amigo, solo toca y el te dejara entrar- Diego camino hasta el fondo y toco dos veces, la voz del hombre le indico que pasara. Al entrar el ambiente olía como a incienso barato, pero concordaba con los acabados de madera del escritorio en el cual se lucía con mucha presunción una estatuilla del quijote, el hombre llevaba un traje gris y su corbata roja se veía un poco desgastada -Dígame, ¿en que le puedo servir?- Dijo el hombre indicándole a Diego que tomara asiento. -Pues vera, licenciado Ponce, necesito cierta información, no se si le comentaron algo de haya abajo- El hombre se hecho hacia atrás y jalo un teléfono. -Señorita, necesito que cancele la cita con el licenciado Osuna, dígale que la pospondremos para mas tarde, creo que esto llevar algo de tiempo- Asintió una o dos veces y luego colgó, se inclino hacia adelante y se recargo sobre sus codos. - Si, si me comentaron, pero entenderá que no puedo darle la información así porque si, necesito saber en que esta metida mi gente- Diego se tallo la cabeza despeinándose un poco. -Mire, lo que pasa es que estoy en una investigación muy seria, y así como usted necesita discreción en el asunto yo también, vera, es algo serio, su muchacho no tiene mas que solo decirme si vio algo, es todo, no es culpable de nada y mucho menos es sospechoso- El hombre se hecho de nuevo hacia atrás y junto las yemas de los dedos justo a la altura de su cara, -No me lo tome a mal oficial, es solo que, hace unos meses uno de nuestros muchachos tuvo un accidente en la carretera de Nuevo Laredo, ya habíamos tenido muchos problemas con él, esa misma noche lo tuvimos que desemplear porque había estado conduciendo en estado de ebriedad, enojado y en su descontrolada depresión tomo el autobús y salió a carretera sin el permiso, el guardia que tenemos en la entrada intento detenerlo pero el se negó, eso sumado a que la unidad era una de las mas viejas y no se había sometido a una revisión a fondo para su reparación ocasiono que volcaran y murieran todos, nuestro chofer sobrevivió pero se pego un tiro a algunos metros de la unidad, tal vez haya escuchado algo de la unidad 1175- Diego asintió, lo recordaba porque en aquel entonces Roman había sido enviado a inspeccionar el caso, y todo había resultado ser solo eso, pero Julio había hecho un escándalo de todo aquello y los noticieros de ambas ciudades se unieron degradando la poca moral que les quedaban a las centrales del pais, exigiendo mas seguridad y que tuviesen control sobre la contratación de los choferes, todo aquello había sido un completo escándalo. -Y lo entiendo, créame, pero esto es diferente, solo puedo decirle que su muchacho pudo ser testigo ocular de un incidente en la noche de ayer- Diego se quedo mirando un cenicero que mostraba una mancha azul al fondo que formaban en letras mayúsculas la palabra “Monterrey” pero que brillaba dando a entender que nunca había sido utilizado. -¿Cual es el nombre del chofer, lo tiene?- dijo el hombre -Pues la verdad es que no, solo tengo el boleto de uno de los pasajeros que fue quien denuncio el crimen- El hombre tomo el boleto y lo observo, marco de nuevo en el teléfono -Señorita, por favor investígueme quien conducía la unidad 1121, con destino a Saltillo ayer a las once cuarenta y cinco de la noche- hizo una pausa y de nuevo colgó -¿Crimen, dice, que clase de crimen agente?- Diego llevo su puño a la boca y raspo su garganta -No creo que necesite saberlo, es algo que necesitamos mantener a discreción- Diego comenzó a sentir ese cosquilleo que le advertía de ser atacado por la maldita tos. -Disculpe, ¿tiene un baño por aquí?- Dijo al levantarse mientras se tocaba la garganta. -Si, claro que si agente, al final del pasillo, justo a la derecha de por donde entro- el hombre le señalo el camino mientras hojeaba un libro que lucía viejo, se alcanzaban a leer las iniciales L.A.B. En un color amarillento que desde el punto de vista de Diego parecían como oxidadas. Llego en cuanto pudo justo cuando el ataque se ponía peor, el coaguló de sangre cayo sobre el lavabo y se escurría en cuenta gotas por el desagüé, abrió la llave para que este se fuera mas rápido y tomo papel de rollo para limpiar las gotas que habían caído fuera, se lavo la cara y se quedo mirándose un rato, en su rostro se le notaba ya la edad, y no porque fuese muy grande, si no su enfermedad era la que lo hacia mas viejo aun y lo sabia, notaba esas grandes bolsa que ya eran del tamaño de sacos negros haciendo sobra en sus ojos y veía sus arrugas remarcarse día con día, se miro la mano que le temblaba por los años de nicotina aspirada y sus dedos rudos y gruesos por tiempo, tenia que dejar el cigarro esa era una realidad, una realidad a la que no tenia contemplado llegar. De pronto tocaron a la puerta. -Oficial, ¿Se encuentra bien?- era la voz de una joven. Diego se volvió a mojar el rostro y abrió la puerta, una joven de ojos verdes esmeralda lo observaba hacia arriba -oficial, lo escuche toser fuerte y me asuste, no piense que lo espiaba, es solo que me acerque para decirle que el licenciado me dijo que ya tiene el dato que usted le pidió- Diego le sonrió y agradeció antes de cerrar la puerta tras de si, regreso a la oficina y el hombre acomodaba una pila de papeles. -Oh!, pase agente, espero no haberlo incomodado, es solo que ya se el nombre de la persona que busca, su nombre es José Bentacourt, fue quien llevaba anoche la vuelta a Saltillo, de ahí se dirigió a Torreón para luego venir de vuelta hacia Monterrey, muy probablemente este aquí cerca de las seis de la tarde- le dijo Leonardo mientras Diego viendo que el reloj marcaba las cinco y media de la tarde. -Perfecto, lo esperare y muy probablemente tendré que llevármelo para que me de su declaración escrita de lo que haya visto- Leonardo noto que Diego veía el cenicero constantemente -¿Fuma?- le pregunto al tiempo que abría el segundo cajón de su escritorio, Diego pensó que aquella pregunta era una burla, pues no se necesitaba ser un investigador profesional para deducir que por el atenuado perfume de nicotina que adornaba a sus ropas era mas que evidente que lo hacia, luego pensó que era un gesto de cortesía y que la pregunta iba encaminada a ofrecerle un cigarro, pero termino por olvidar ambas posibilidades cuando lo que saco del cajón solo era una caja de cerillos -tome oficial, traen el estampado de mi empresa por ambos lados- Diego torció la boca esbozando una sonrisa y pensó que por simple que pareciera aquel presente, era bastante adecuado para el, puesto que siempre había pensado que un cigarro encendido por la tambaleante flama de un cerillo le daba un mejor sabor. -Y dígame, licenciado, que significan las iniciales de ese gran libro- Diego señalo el libro empolvado, Leonardo lo siguió con la mirada hasta toparse con el -Ha!, este libro!, no es nada agente, es solo un control de altas y bajas del personal operativo,¿quiere verlo?- Diego asintió con la cabeza estirando la mano para alcanzarlo, algo dentro de él no encajaba, porque regularmente ese tipo de cosas las maneja el personal de recursos humanos y no podría estar tan empolvado por su uso diario. .-Por lo que veo no tiene tanta rotación en su personal verdad- Leonardo se levanto y camino por la oficina. -La verdad es que no oficial, pero no se deje engañar ese es un libro viejo y no esta actualizado- Diego veía al hojearlo que había nombres, direcciones incluso hasta teléfonos anotados en lista, registro sociales y cosas por el estilo, pero lo que le llamaba la atención era que algunos estaban marcados con un marcatextos amarillo fluorescente o lo que alguna vez fue fluorescente ya que mas bien era un amarillo seco, “Sergio Vazquez”, decía el nombre subrayado y como con una pluma tenia sobre escrito “1175, 17 de julio 2008”, Diego entendió que aquel libro era un copilatorio de lo que seria una lista negra o algo por el estilo, ese nombre era el del chofer que acababa de mencionar Leonardo y no recordaba la fecha pero sabia que había sido en julio cuando había pasado aquella situación, cerro de golpe el libro. -Me lo podría prestar, me llama la atención sabe- Leonardo lo miro con desdén y asintió. -Claro agente, pero le recuerdo que esa es información confidencial, no me gustaría que nada saliera de ahí- Diego soltó un sonido gutural para asentir y lo guardo junto con el paquete donde traía las evidencias. Un celular comenzó a sonar, Diego se busco entre la ropa hasta encontrarlo, en la pantalla marcaba “Roman” -¿Donde estas Diego?- se escuchaba preocupado, Diego carraspeo y miro a Leonardo haciéndole un seña para salir de la oficina. -Estoy en la central de autobuses, ¿Que paso Roman?- Diego hizo una pausa. -Amigo, ahora si estas metido en problemas, el reporterito ese, el tal Julio Acosta, acaba de declarar a los medios haber recibido amenazas por parte de la agencia federal por haber publicado la noticia, dijo específicamente tu nombre y los medios están todos alborotados, creo que las cosas van de mal en peor con este imbécil, Ricardo esta muy molesto y quiere verte, yo creo que lo mejor es que te andes por lo pronto con cuidado- Diego sintió de nuevo ese ardor en el estomago. -Gracias amigo, lo tomare en cuenta, pero debo seguir con la investigación sabes, ya solo estoy esperando a un posible testigo y no quiero marcharme hasta descartar esta opción, es lo único que tengo- Diego buscaba de nuevo entre su bolsillo cigarro -Esta bien, tu sabes lo que haces, solo te pido que te andes con cuidado, cualquier cosa márcame o bien , si se de algo nuevo te marco, trata de venir lo mas pronto posible a la agencia, Ricardo necesita verte- Terminaron la conversación y el ardor se había convertido en dolor y es que le parecía imposible pensar hasta donde puede llegar una persona con tal de hacerse fama. Diego regreso al interior de la oficina. -¿Todo bien agente?- pregunto Leonardo al tiempo que su teléfono sonaba. Diego asintió y Leonardo contesto, fue una llamada breve por lo que rápido regreso la bocina a su lugar. -Era mi secretaria, dice que la unidad de José Bentacourt acaba de llegar, acompáñeme, lo llevare hasta el- Leonardo se levanto y ambos se encaminaron hasta los andenes.

Al llegar un hombre de estatura mediana, se empeñaba en lustrar los faros delanteros del autobús, vestía un traje gris desgastado y corbata -José, déjame presentarte al agente Diego Cantú, dice que necesita hacerte unas preguntas para aclarar un caso, necesito que cooperes con el y lo ayudes en lo que puedas- Diego extendió su mano y el hombre correspondió. Leonardo se despidió y dando media vuelta se perdió entre la gente que bajaba del autobús y los que esperaban abordar. -Dígame oficial, ¿en que le puedo servir yo?- Diego miro a su alrededor, buscaba a algún reportero escondido. -¿No hay aquí un lugar donde podamos hablar mas en confianza?- en la cara del chofer se reflejaba el desconcierto -Que le parece el restaurant que esta aquí adentro, de todos modos voy a parar para comer- Ambos caminaron hasta la entrada del restaurant, el cual estaba justo en frente de las escaleras que lo habían llevado a Leonardo y ni siquiera lo había notado, Diego pidió un café mientras que el chofer había pedido una comida completa. -Mira José, el motivo de mi visita no es otra mas que saber si tu viste algo raro anoche cuando ibas rumbo a Saltillo,ya que sucedió un pequeño evento y pienso que tu al ir manejando pudiste haber visto algo- El hombre se notaba un tanto nervioso. -Pues la verdad es que no agente, no recuerdo haber visto nada fuera de lo normal, incluso no recuerdo haber visto mas que todo blanco por la neblina, usted sabe como se pone por aquel lado en las noches- Dijo sonriéndose. -Si lo se, pero haga un esfuerzo, tal vez algún coche a la orilla de la carretera o algo- Diego saco un cigarro y lo encendió con los cerillos, José se quedo viendo la caja y luego regreso su mirada directamente a los ojos de él. -Pues ahora que lo menciona creo que si vi algo raro, justo antes de bajar a un pasajero cerca de Ramos Arizpe, en el carril contrario, creo que era una vieja pick-up con las luces apagadas,venia a baja velocidad así que me dio tiempo de lanzarle un cambio de luces porque quizá había olvidado encenderlas, pero en lugar de responder como normalmente lo haría cualquiera este se freno por completo, yo sin embargo me orille un poco mas adelante para bajar a un hombre y mire por el retrovisor, podía ver las luces de su stop encendidas aunque no mas allá, solo eso, las luces rojas- Diego sintió en ese momento una excitación, pues ya tenia algo por donde empezar -¿No recuerdas haber visto algún color o algo que la distinguiera?- En ese momento le sirvieron la comida y el hombre enrollo una tortilla y la dio un mordisco -Creo que no agente, no recuerdo nada que la distinguiera, solo las luces- dijo mientras una bola de masa se mecía de arriba a abajo por el interior de su mejilla. Diego llevo a su boca la punta de su pulgar y comenzó a morderlo solo un poco, era su forma de pensar, sabia que aquello no era la gran cosa, pero era algo, un algo que no lo llevaba a nada porque ese estilo de camionetas las había a montones por toda la ciudad y ni siquiera tenia un color o una pista mas especifica. -Aunque siendo un poco fantásticos, quizá pueda reportarlo a los traileros, ellos siempre ven todo y no recuerdo bien pero parece que un trailer había pasado rumbo a Monterrey algunos diez o quince minutos antes de ese incidente- Dijo el hombre con la boca llena. Aquella situación se estaba tornando tediosa, Diego esperaba encontrar mas información de aquel hombre pero lamentablemente no había logrado nada con esperarlo tanto tiempo.

Diego se despidió pagando la cuenta de ambos, otra vez estaba en blanco, no sabia exactamente a donde dirigirse, pues agencias de traileros había de muchas compañías y recurrir a los medio para difundir la noticia ya no era una opción. En ese momento recordó la llamada de Roman, tenia que regresar a la agencia y en su parecer lo mas seguro es que la prensa entera estuviera ahí. Llego hasta su camioneta sin ningún problema, se quedo ahí sentado pensando, que tenia que hacer ahora, un loco enfermo suelto y sin ninguna pista concreta, ademas de un maldito imbécil carente de atención que se hace la victima cada vez que puede, pensó también que no sabia quien le producía mas nauseas, luego sonrió. Giro la llave y la marcha dejo oír su breve pero potente chasquido y en un abrí y cerrar de ojos el motor rugía como si estuviera endiablado, de nuevo el celular sonó, Diego busco entre su ropa medio parándose para sacarlo de su bolsillo, la pantalla solo le mostraba la hora, pero siguió escuchando el timbrar, luego miro la paquete color ámbar donde traía la evidencia, el corazón comenzó a latiere tan fuerte que sentía que en cualquier momento este explotaría o bien lo haría vomitar sangre, las manos se le pusieron heladas condenándolo por completo. De pronto un impulso lo hizo mover la mano hasta tomar el paquete, una luz titilante y roja le hacia entender que era real y que aun seguía sonando, miro su reloj de pulso, marcaban las seis con treinta minutos. -Bueno- Contesto Diego, pero no hubo respuesta, solo se escuchaban parasitos y una respiración lenta. -Bueno!, ¿Quien llama?- Diego miro la pantalla análoga, mostraba algunos numeros pero estaba estrellada y no se podían leer. La respiración comenzó a escucharse mas cerca y de pronto un grito, como el de una mujer. -Diego te llamas, ¿no es cierto?- Diego sintió como su sangre se había quedado detenida por el enorme escalofrío. -¿Quien eres?- contesto sacando furia y una voz rasposa. -Lo he sabido en la tele, parece que no le caes muy bien a tu querido amigo Julio, tal vez debas encargarte de el- La voz soltó una sonrisa enferma. -¿Quien eres carajo?- La voz hizo una pausa. -Todo a su tiempo Diego, todo a su tiempo, primero piensa, que clase de imbécil crees que soy para darte mi nombre de buenas a primeras- Diego respiraba por la nariz para dejar salir su coraje de alguna manera. -Eres tu, el asesino de la chica ¿cierto?- La voz rió en un tono burlón -¿Asesino has dicho?, perdóname pero yo no soy un asesino, soy un simple hijo de Dios ademas de un apasionado por el arte, pero por el buen arte, y no hay mejor que el de la mano divina de Dios- Esto ultimó lo recalco en un tono serio, como ofendido. -¿Que es lo que quieres?- El voz suspiro. -Siempre la misma pregunta- Diego volvió a hacerla pero mas molesto -Dime con un demonio, ¿que es lo que quieres, rescates, salir de la ciudad, que?- El hombre hablo justo antes de que Diego terminara -Lógicamente no necesito dinero, si es quisiera seria un ladrón, no necesito ni de rescates ni nada por el estilo, solo quiero mostrarle mi arte al mundo, que sepan quien soy-, -Y lo sabrán hijo de perra, cuando te atrape te lo juro que lo sabrán- El hombre sonrió. -No te hable para eso Diego, necesito que me hagas un favor, que te parece si hablas con t amigo Julio y le dices que quiero permanecer una semana como nota principal-, -Eres un completo demente si piensas que voy a hacer eso, nunca permitiría que la gente se preocupara porque hay un enfermo psicópata suelto en las calles de esta ciudad- El hombre soltó un gruñido -Perfecto Diego, tu serás el responsable de mas muertes, para empezar que tal si te pongo al oído a esta linda jovencita- los gemidos de una mujer se escuchaban por el auricular. -Dile al oficial como te sientes, dile que te duelen las yemas de tus dedos de tanto escribir, dile que necesitas ayuda, ah!, no puedes, estas amagada- Diego sintió de nuevo esa sensación del cuerpo congelado. -Que es lo que quieres maldito, no le hagas daño-, -Daño?, no se ha que te refieras, pero solo te doy hasta las nueve, quiero aparecer en los titulares del noticiero nocturno, si no ella será quien aparecerá, eso te lo puedo jurar- se escucho un corte en la linea y tres pitidos consecutivos le indicaron a Diego que le había colgado.

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